según como baila el mono???
TRES notas por una, y no se pierda la segunda...!!
Después no diga que no avisé!!
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Piqueteros: que impere la ley
Una movilización de protesta dispuesta por un sector del movimiento piquetero obligó ayer a cortar el tránsito por varias avenidas de la ciudad, con lo cual la circulación de vehículos por el centro de la urbe porteña se convirtió, una vez más, en un verdadero pandemónium. Dado que estas provocaciones se están reiterando con frecuencia casi cotidiana, es hora de preguntarse si las autoridades están dispuestas a continuar tolerando que el derecho de unos cuantos ciudadanos a exponer públicamente sus ideas o sus necesidades siga siendo ejercido en detrimento del derecho de los demás ciudadanos de transitar libremente por las calles de la República.
El atascamiento del tránsito se traduce, en muchos casos, en una agresión física y moral intolerable. No es exagerado decir que constituye una forma más de violencia.
El hecho de que miles de automotores -ómnibus, taxis, autos particulares y, eventualmente, hasta patrulleros policiales y ambulancias- se vean reducidos repentinamente a un estado de absoluta inmovilidad configura una irregularidad inadmisible. La reiteración de esas modalidades de protesta introduce en la vida cotidiana de una ciudad, como queda dicho, un componente de violencia inocultable. Lo más grave es, tal vez, el acostumbramiento en que estamos cayendo los argentinos ante esa realidad anómala, contraria a todo principio de racionalidad.
Las autoridades deberían comprender que la mejor muestra de respeto que se les puede dar a los integrantes del movimiento piquetero es la de tratarlos como a los restantes ciudadanos, en un riguroso pie de igualdad, y no en atribuirles derechos que a los demás habitantes de la Nación jamás se les reconocerían.
Hace algún tiempo se habló de constituir una brigada antipiquetera que ayudaría a coordinar los movimientos de quienes cortan rutas, calles y avenidas. Desde el lado de los piqueteros se respondió que el propio movimiento está en condicion de formar milicias que garanticen la disciplina durante esas movilizaciones de protesta.
Días atrás se oyó decir a un lider piquetero que su movimiento no vacilaría en tomar la Casa de Gobierno. Poco después se oyó decir a otro dirigente que estaría dispuesto, a su vez, a ocupar la sede del Gobierno para sostener a las legítimas autoridades. Dislates de esta magnitud atentan contra las bases mismas del orden y el Estado de Derecho.
Si los organismos del Estado no logran ponerle un freno a los desbordes de estos grupos disolventes, se llegará a un resquebrajamiento del orden público que hará imposible el normal desenvolvimiento de la vida social, del trabajo y de la actividad productiva. Sería lamentable que fuera la sociedad la que tuviera que salir a decirle ¡basta! a las provocaciones de los piqueteros, como se vio obligada a decírselo, hace poco, a los secuestradores y a las organizaciones del crimen.
Corresponde insistir en que los piqueteros deberían ser tratados rigurosa y estrictamente como lo que son: un grupo de ciudadanos, sujetos a los mismos derechos y obligaciones que los demás habitantes de la Nación. Para eso no se necesitan brigadas ni milicias especiales. Hacen falta, únicamente, convicción y voluntad para asegurar el imperio de la ley, con parejo rigor, en todos los rincones de la República.
Sábado 8 de Noviembre de 2003
http://www.lanacion.com.ar/03/11/08/do_543265.asp
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Editorial I
Piquetes, orden público y Justicia
Martes 30 de agosto de 2005 Publicado en la Edición impresa
En más de una oportunidad, hemos reclamado desde esta columna la necesidad de que las autoridades garanticen el orden público frente a las manifestaciones de grupos piqueteros o de otros sectores que habitualmente coartan el derecho del resto de los habitantes a circular libremente por la vía pública. También se señaló que cumplir con aquel deber constitucional no debía implicar una represión policial ilegal ni descontrolada.
En los últimos días, luego de numerosas promesas incumplidas por sus funcionarios, el gobierno nacional exhibió por fin voluntad de evitar el caos al que desde hace mucho nos tienen acostumbrados algunos violentos de siempre. Tanto en la víspera como el viernes último se logró abortar el proyectado corte del tránsito sobre el puente Pueyrredón, al igual que la posibilidad de que grupos de piqueteros volvieran a acampar en la histórica Plaza de Mayo.
El cambio de actitud del Gobierno, tan esperado por el ciudadano común que sufre a diario las severas restricciones y violaciones de sus derechos amparados por la Constitución nacional, se produce dos meses antes de las elecciones legislativas, en momentos en que distintos sondeos de opinión pública reflejan el hartazgo social respecto de los abusos de los piqueteros y de la llamativa permisividad de las autoridades.
Cabe preguntarse si había que aguardar a que la presión social amenazara con afectar las perspectivas electorales del oficialismo para tomar medidas que desde hacía mucho tiempo dictaba el sentido común.
En efecto, el Poder Ejecutivo ha tenido una actitud ambivalente, porque pasó de alentar indirectamente este tipo de actos -cabe recordar que el propio presidente Néstor Kirchner agitó el instrumento del boicot a la empresa Shell- o de tolerarlos con el argumento de que no se iba a criminalizar la protesta social, a expresar su preocupación cuando los cortes y manifestaciones llegaron a un nivel políticamente irritante para una sociedad que se encamina hacia las urnas.
"Quiero saber dónde están los señores fiscales y jueces para que apliquen las leyes que corresponden para aquellos que están violando todas las normas", expresó el doctor Kirchner recientemente. Por un lado, tales afirmaciones parecen otra indebida y manifiesta intromisión del Poder Ejecutivo en el Judicial. La oportunidad en que se produjeron esos dichos presidenciales también da cuenta de que su invocación a los jueces y fiscales sólo se circunscribe a los delitos cometidos por las fuerzas de "ultraizquierda" y no a los de otra ideología o facción.
Frente a ello cabe preguntarse, por ejemplo, si los bloqueos que dispone el titular de la Confederación General de los Trabajadores (CGT), Hugo Moyano, líder del poderoso sindicato de camioneros, con aceitados contactos con el gobierno nacional, no son merecedores de ser calificados de delitos y, por consiguiente, pasibles de ser sancionados con idéntico rigor. La metodología utilizada por Moyano consiste en impedir el ingreso de mercaderías, indispensable para el abastecimiento y normal funcionamiento de los supermercados, en una evidente maniobra extorsiva para obtener "bajo presión" el cambio del encuadramiento sindical de los trabajadores que realizan tareas de logística en los supermercados, que revistan en la órbita del convenio mercantil, al gremio de los camioneros.
No puede perderse de vista -y mucho menos por quienes tienen la responsabilidad de impartir justicia- cuál es el límite entre la legalidad y la ilegalidad. Si esa frontera aparece desdibujada y la posición de las autoridades es tolerarla o en algunos casos alentarla, el sistema mismo empieza a resquebrajarse. En consecuencia, resulta indispensable que desde el Poder Judicial se marque que no es posible en una sociedad que se precie de civilizada que cada uno haga lo que le parezca sin respetar el derecho de los demás.
La metodología de protesta piquetera plantea un atajo peligroso que debilita pilares básicos del sistema institucional no sólo porque se violan las normas constitucionales, sino también porque se vulneran los preceptos esenciales para canalizar el reclamo ciudadano y se apela a la violencia como instrumento para la prosecución de los fines. Estas conductas son siempre punibles. Tanto si provienen de la derecha como de la izquierda; tanto si se producen antes o después de unas elecciones. La ley no hace distingos de ningún tipo al respecto. Y así debe ser.
http://www.lanacion.com.ar/opinion/nota.asp?nota_id=734255
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Sábado 29 de marzo de 2008
Testimonios / La experiencia de la protesta
La particular vida en las rutas
En las concentraciones, los roles se repartían para mantener el orden de la organización, mientras productores y camioneros compartían el asado y las guitarreadas para "matar el tiempo"; el apoyo recibido de parte de los comerciantes del pueblo
TRENQUE LAUQUEN (De un enviado especial).- No aprendieron de ningún manual de procedimiento ni hicieron un curso acelerado. Con un poco de ingenio, algo de planificación y muchas ganas, así se armaron los cientos de piquetes de los productores que se dispersaron por el interior.
LA NACION estuvo esta semana en el piquete ubicado en la rotonda de las rutas 5 y 33 y allí pudo observar que todo se lleva adelante a pulmón. Algo similar se podía ver en 25 de Mayo, Nueve de Julio, Saladillo y Roque Pérez, entre otros puntos de movilización.
No es fácil: todos son productores y tienen que repartirse entre el campo y la presencia en la movilización. Algunos directamente hace varios días que no pasan por su establecimiento, atentos a lo que sucede aquí. En Trenque Lauquen, por ejemplo, está a punto de largarse la cosecha de soja. Y el piquete los encuentra entre esa realidad y la protesta.
"Hace quince días que no voy al campo; creo que debe haber soja para cosechar", dijo Alberto Rodríguez Mera, productor. Fue él quien reveló cómo se armó el piquete, subdividido en cuatro en la rotonda y cada uno de ellos con una mística propia. Incluso hasta para elegir qué comer en la parrilla o para "matar el tiempo", como hicieron aquí hace unos días con una guitarreada.
Eso fue precisamente lo que sucedió hasta bien entrada la madrugada cuando productores y camioneros entonaron unas canciones en el denominado Piquete VIP -que recibió ese nombre porque, entre otras cosas, tiene equipo propio para electricidad. Todos se alegraron un poco durante más de cuatro horas. Hay otros piquetes equipados, como el de 25 de Mayo, donde también tienen Direct TV para seguir las novedades.
"Nos repartimos los roles entre las 15 personas de la Comisión Directiva", contó Rodríguez Mera en Trenque Lauquen. En efecto, aquí se pudo ver a unas cuantas personas yendo de un lado a otro para que todo esté en orden. Pablo Riva, por ejemplo, fue uno de los "designados" para hacer la vaquita y comprar la comida que después se distribuye en el piquete.
La consigna era juntar $ 10, 20 o lo que cada uno quisiera contribuir y luego comprar carne. Pero un día pasó algo inesperado: las carnicerías comenzaron a quedarse sin mercadería, justamente por el efecto del paro que ya provocó desabastecimiento en otros lugares.
Con todo, los productores no se quedaron de brazos cruzados y enseguida aparecieron las donaciones: uno aportando un cordero, otro un lechón, y algún otro, una vaquillona. Así funciona hoy el piquete de Trenque Lauquen, con la gente movilizada y solidarizada.
Por si fuera poco, lograron que un carnicero del pueblo cediera una heladera para guardar allí los sobrantes, que en realidad son pocos porque hasta los camioneros se suman al convite. Alguien que por aquí todos conocen como el ruso Tronconi trae leña de los campos para la parrilla.
En Roque Pérez, además, montaron casi un restaurante para los camioneros. Todo funciona con la colaboración de unos productores y otros.
Igual, en el piquete enclavado en esta ciudad se establecieron unas cuantas pautas básicas de convivencia. Es que ya llevan más de quince días en la protesta y se tornó necesario planificar el movimiento de los productores; es decir, quién toma la posta a una hora para que otro descanse.
En ese sentido, cada una de las cuatro esquinas del piquete cuenta con su propio equipo de gente que tiene un horario asignado para poder "trabajar". Hay más personas durante el día y luego la presencia disminuye un poco durante la noche, justo cuando la circulación por la ruta es menor.
"Es un trabajo desgastante", dijo Rodríguez Mera. Se refería no sólo a la presencia constante en la ruta, sino a otra tarea: contener a mucha gente que se acerca al piquete con ideas sobre qué hacer para sostener el plan de lucha. Hasta la madrugada se puede ver por aquí a personas que nada tienen que ver con el campo pero que también aportan sus ideas al grupo.
Por ejemplo, cuando estuvo LA NACION, un empleado público del pueblo se acercó para proponer una marcha a Buenos Aires. "Parados acá no van a hacer nada, pero tienen una oportunidad histórica; vamos a Buenos Aires que yo puedo armar las banderas", contó.
Hasta tal punto los productores están comprometidos con el piquete que se dice por aquí que un agricultor apaga el celular cada vez que viene para que su amante no lo pueda ubicar.
Nota de registromundo: leí bien?? No puede ser cierto!! Leí bien?? Sí leí bien:
Hasta tal punto los productores están comprometidos con el piquete que se dice por aquí que un agricultor apaga el celular cada vez que viene para que su amante no lo pueda ubicar.Y otra cosa que también es muy visible es la respuesta del público en general. En una de las noches, apenas finalizó el cacerolazo que se desarrolló en el pueblo, cerca de 400 personas se movilizaron hasta el piquete de la rotonda de la 5 y la 33.
Allí siguieron batiendo las cacerolas y se quedaron a compartir la cena. "Tengo un maxiquiosco en el centro y vine a apoyar a esta gente que labura de sol a sol; veo que a esta gente le metieron la mano en el bolsillo", relató Gustavo Barella, que llegó acompañado de su hijo Mateo, de 12 años. El también formó parte del cacerolazo que se realizó en la plaza central.
Días de tensión en todo el país
Los cortes de ruta y los cacerolazos se multiplicaron tras las palabras de la presidenta, Cristina Fernández, el martes pasado. El campo sintió el apoyo de la ciudad. El jueves, se abrió un canal de diálogo entre el Gobierno y los ruralistas.
Link corto:
http://www.lanacion.com.ar/999451
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FALTO DECIR???
TODO MUY MONONO!!???
QUE OBSCENO!!!