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16 de mayo de 2008

COSECHA AMARGA - Y DECIAN ESTO...


EL BOOM DE LA SOJA
Cosecha amarga



A los tumbos, los camiones avanzan por la derruida avenida de circunvalación de Rosario rumbo al puerto de San Lorenzo. Puñados de su preciada carga de porotos de soja caen y se acumulan en las banquinas. Pronto llegan los habitantes de las villas de emergencia cercanas, a barrer y juntar el grano. La "cosecha" va directo a la olla, a mitigar el hambre atrasada de quienes poco y nada saben de alzas en las cotizaciones o de monocultivos transgénicos. Mientras tanto, los grandes medios se empeñan en presentar como maná caído del cielo otro fenómeno simultáneo: la abrupta suba del precio internacional de la soja y su promesa de formidables negocios.

Lo cierto es que, por imperio de las subas en el mercado de Chicago, se afirma un cambio estructural en el campo argentino: la masiva consolidación del cultivo de la oleaginosa, que alcanzará esta campaña una dimensión nunca vista. Sin embargo, la esperada producción récord se lograría a expensas de nuevos desplazamientos de la ganadería y producciones tradicionales. Y, lo que es peor, afianzará el monocultivo a partir de procedimientos extractivos (propios de la minería) y agravará el despoblamiento del campo y la miseria urbana. Para unos, fuertes ganancias; para otros, el riesgo de una agricultura sin agricultores, en un suelo sin suelo desde el punto de vista biológico.

A sobrevivir

"En la coyuntura, la gente elige sobrevivir", dice Eduardo Buzzi, presidente de la Federación Agraria Argentina, en referencia a las decisiones de los productores, basadas en las buenas cotizaciones.
A mediados de octubre el precio de la soja tocó el nivel más alto en seis años. El detonante fue la expectativa de reducción de la cosecha en Estados Unidos. Esta escasa oferta, unida a las crecientes necesidades de la forrajera por parte de China e India, disparó la cotización y el inmediato festejo de terratenientes y multinacionales en la Argentina. En los días siguientes muchos vendieron a muy buen precio el grano disponible de la cosecha anterior. De inmediato empezó a programarse un incremento de 7 por ciento en la superficie a sembrar, de 12,8 a 13,6 millones de hectáreas (más del doble que hace seis campañas y la mitad de la superficie sembrada total). El pronóstico de producción se elevó a 37 millones de toneladas. Es decir, casi el 50 por ciento de la cosecha argentina de granos.

Algunos economistas de orientación neoliberal dijeron que la situación era como "un billete de lotería premiado" o como "Maradona en el 86". De hecho, la soja explica 3.100 de los 4.000 millones de dólares que aumentarán este año las ventas al exterior. Los ingresos por el grano ya representan una cuarta parte de las exportaciones argentinas. Con esas cifras, hasta el fisco se entusiasmó por el aumento de su tajada, vía retenciones a la exportación. Sin embargo, esta situación "ha generado un quiebre en actividades tradicionales, lo cual pone en riesgo la sustentabilidad social de las áreas productivas", advierte Buzzi. Por su parte, Jorge Rulli, del Grupo de Reflexión Rural, señala que "todo esto tiene que ver con un modelo de ‘commoditización’, de vender productos primarios y obtener dólares.

Es un modelo implantado para pagar la deuda. Pero fomentar los monocultivos implica también disminuir las posibilidades de aportar al mercado interno y el consumo". La paradoja se explica por las características del sistema productivo que se consolidó desde mediados del decenio anterior, dominado por las grandes empresas transnacionales y las tecnologías que ellas controlan. Los actores centrales de ese sistema son las industrias semillera y de agrotóxicos, el capital financiero concentrado (a través de los pools de siembra), la gran industria alimentaria y los supermercados, cada vez más responsables de la distribución final de alimentos.

Este modelo produce a gran escala con "ahorro" de mano de obra. Los fondos de inversión arriendan las tierras de los productores para explotarlas en función del máximo beneficio, degradan el medio ambiente y comprometen su capacidad productiva futura, por la extracción de nutrientes.

Buzzi: "Se debe modificar la relación entre los dueños de la tierra y los que la trabajan". Rulli: "En esta carrera acelerada, los pequeños productores van quedando en el camino". Pengue: "El proceso de transformación de bosques, selvas y pastizales no se va a poder revertir".

"Estamos avanzando en un proceso de transformación de recursos naturales de áreas diversas, bosques, selvas, pastizales, que no vamos a poder revertir", dice Walter Pengue, del Grupo de Ecología del Paisaje y Medio Ambiente, de la Facultad de Arquitectura de la UBA.

Desde el punto de vista económico, la Federación Agraria sostiene que el avance del monocultivo sojero replantea el problema del arrendamiento. "Se debe modificar la relación entre los dueños de la tierra y los que la trabajan", dice Buzzi. "Y aun a los que trabajan hay que ponerle un techo.

Porque no es sustentable un esquema donde hay 50 o 70 mil hectáreas en manos de una sola empresa. Por eso planteamos una ley de arrendamiento que priorice a las medianas empresas, con un techo de 3 mil hectáreas". Según el dirigente, sería la forma de frenar la concentración del negocio ya que, a este paso, un par de miles de empresas van a desplazar a los productores más chicos y podrán trabajar todas las hectáreas agrícolas de la pampa húmeda. En la actualidad, el 20 por ciento de los productores ya tiene el 70 por ciento de la tierra, y la mayor parte es cedida a arrendatarios, a contratistas, a cerealistas, a pools de siembra y fondos de inversión.
La incorporación de nuevos territorios para la agroexportación generó también un profundo deterioro ambiental, en algunos casos irreversible. El sistema de siembra directa y las fumigaciones aéreas de herbicidas y plaguicidas provocaron la desaparición de especies nativas, como liebres y perdices. Y produjeron conflictos con campesinos que trabajaban y ocupaban legítimamente esas tierras, y con las comunidades de los pueblos originarios.

"Producciones importantes, como la de miel, la frutihorticultura, los cinturones verdes de las ciudades, están inermes frente al avance de la soja", constata Rulli. Incluso "se están levantando montes frutales, y desde 1988 se cerraron 15 mil tambos. El paradigma de la competitividad y de la disminución de costos hace que esto sea una carrera acelerada donde los pequeños productores y las unidades de producción familiar y campesina van quedando en el camino".

Para revertir este proceso, Buzzi propone recuperar producciones tradicionales. "Hay que inducir por vía impositiva y de regulaciones a que las zonas que eran tradicionalmente algodoneras, tamberas, arroceras, cañeras o productoras de porcinos vuelvan a serlo. Una hectárea de cualquiera de esas actividades genera empleo en una proporción de 5, 6 o 10 veces más que la soja"

. En esa dirección, el dirigente consideró necesario eliminar retenciones en algodón, dar líneas de crédito para que se siembre, hacer rentable y proteger la actividad azucarera del ingreso de otros países. En el caso de la leche, poner un límite a los supermercados, de modo que paguen mejores precios a la industria y a los productores (hoy se quedan con el 50 por ciento). De lo contrario, "en los pueblos netamente sojeros, en muy pocos años va a sobrar la mitad de la población, porque no habrá empleo de ninguna clase".

Una opción sugerida por Rulli es "un cambio importante en las retenciones, que de alguna manera grave esta ganancia desmesurada de los monocultores que afecta el futuro de la Argentina".

La propuesta del Grupo de Reflexión Rural se asienta en la convicción de que "estamos al borde de una catástrofe. En primer lugar, hidrológica y del suelo, incluida la desaparición de los bosques. Por eso estamos proponiendo que se declare la emergencia forestal. Además, está gravemente afectada la salud pública porque se están utilizando cócteles de agrotóxicos muy preocupantes para combatir malezas cada vez más resistentes".

Para que la campaña no sea sólo un buen negocio inmediato para pocos, y malos resultados a mediano plazo para muchos, el diputado Mario Cafiero (ARI) propuso elevar las retenciones al 35 por ciento en el caso de los granos (actualmente, 23,5 por ciento) y a 30 por ciento los subproductos (hoy, 20 por ciento). Con los recursos obtenidos se podría crear un Fondo Fiduciario para el Fomento Agrario, destinado a pequeños y medianos productores.

Reacción lenta

Las contracaras más preocupantes del fenómeno de la soja parecieran ser adecuadamente percibidas por las autoridades, particularmente de la secretaría de Agricultura. Sin embargo, se demoran las acciones concretas. "No es fácil –concede Buzzi– modificar unas reglas de juego que hasta ahora fueron impuestas por la empresa Monsanto y tres o cuatro grandes proveedores de insumos, que junto con los principales exportadores son los que definieron la política agropecuaria en la Argentina".

Pero al parecer no hay otro camino que revertir la actual orientación. Lo cual implicará adoptar medidas regulatorias o decisiones crediticias y fiscales que devuelvan rentabilidad a los cultivos tradicionales. "Habrá un costo para el Estado, pero será el mismo o menos que el que implicarán en el futuro los planes sociales para pobres e indigentes", evalúa el titular de la FAA.

Adicionalmente, una reconversión profunda del agro que aleje el riesgo del monocultivo requerirá trabajar en los agregados de valor. Por ejemplo, hay medio centenar de subproductos del maíz que se pueden desarrollar. De ese modo se podría sustituir gradualmente la exportación de granos con productos manufacturados. "La gente hace lo que es más rentable –sintetiza Buzzi–. Si gana más con los agregados del valor a partir del maíz va a hacer eso. Pero hay que estimularlo".

Queda además el interrogante de qué pasará si bajan los precios del grano, como pronostican Buzzi y Pengue, entre otros. Quienes advierten sobre esa perspectiva hablan muchas veces del mayor riesgo: que el país se convierta en una "republiqueta sojera", con grados de dependencia tecnológica innecesarios.

Un paquete transgénico

En nuestro país casi el 100 por ciento de los cultivos de soja son transgénicos. Es decir, se trata de soja genéticamente manipulada para tolerar el agroquímico que produce una multinacional estadounidense.

La misma que tiene el derecho de propiedad sobre la semilla y que provee los insumos necesarios. Ese paquete tecnológico aumenta la dependencia de los agricultores y cierra el paso a la decisión de producir sin agrotóxicos nocivos para la salud y el ambiente. Las principales provincias exportadoras de granos donde se han ensayado estas revoluciones tecnológicas son Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. Casualmente, escenarios de profundas crisis locales y altísimos índices de desnutrición y de indigencia.

Deforestación creciente

La gradual "sojización" del campo tiene rasgos anecdóticos, como la siembra en potreros para practicar fútbol, como ocurrió en Pehuajó. Pero además, la expansión de la frontera agropecuaria hacia áreas que no eran de uso agrícola ya provocó deforestaciones de bosques y selvas nativas en las yungas salteñas, en Santiago del Estero, en Formosa. En las provincias norteñas el cultivo crecería 15 por ciento, frente a 3 a 5 por ciento en zonas pampeanas. Productos tradicionales como el trigo, el maíz y el girasol pasaron a ocupar en los últimos años superficies entre 15 y 25 por ciento inferiores, y el caso extremo se observó en el cultivo algodonero, al que se destina ahora apenas un quinto de los campos que se utilizaban a fines de los 90.

Daniel Victor Sosa Fuente: revista accion

http://buenasiembra.com.ar/ecologia/agricultura/alerta-soja-transgenica-83.html

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Hambre de Soja este documental le permitirá descubrir la otra cara del cultivo de la soja transgénica en la Argentina. La soja permite aumentar la producción, pero produce la desertificación del suelo, una masiva contaminación ambiental, pérdidas irreparables en la biodiversidad de ambientes naturales, la desaparición de alimentos básicos y un aumento de la desocupación, el hambre y la indigencia. Direccion: Marcelo Viñas
La soja y a la alimentación en lso niños-consecuencias

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