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28 de febrero de 2009

FEDERICO LUPPI: sí noto actitudes golpistas en la oposición.


POST ACTUALIZADO AL 16 DE JULIO DE 2009

DECLARACIONES DEL 16 DEJULIO DE 2009 - EN EL PROGRMA DE MATIAS MARTIN



http://www.youtube.com/watch?v=stEQqMIeo30

VER:
DECLARACIONES DE FEDERICO LUPPI - Jul 17
LA DEMONIZACION A LOS KIRCHNER - Jul 21

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edición impresa:

FEDERICO LUPPI
“Nunca en mi vida hice teatro oficial”




Crítico del gobierno de la Alianza, del vicepresidente Cobos y del sistema financiero, está en Buenos Aires filmando una película sobre el corralito bancario, experiencia que le tocó vivir en 2001 y que marcó su exilio. Habla de su trabajo en España, la televisión actual y su apoyo a la presidenta Cristina.



Por Ana Seoane


Olivos. Federico Luppi asegura que no es ni será peronista, pero que a la Ley de Propiedad Intelectual la reglamentó el gobierno de Cristina, que se hizo eco de una lucha muy antigua.
Volvió al país para filmar un guión sobre el corralito, Verano amargo, dirigido por Juan Carlos Desanzo, en San Luis. Mientras, Federico Luppi está buscado una obra de teatro, con productor incluido, para subir a un escenario porteño, ya que el proyecto que iba a dirigir Leonor Manso se cayó. El empresario catalán que lo apoyaba no pudo continuar, debido a la crisis económica. Tan sincero como siempre, analiza la realidad actual.

—¿Qué le atrajo del guión de “Verano amargo”?

—Tiene mucho que ver con mi experiencia personal. El tema es el día posterior al corralito bancario. Los personajes, las situaciones y las incidencias son absolutamente fieles al clima neurotizado de real impotencia de la gente. Mi personaje tiene que ver con mi deseo fantástico o fantasioso de que reflejar ese momento en el cine sirva mínimamente para desenmascarar el mundo de los chorros y de los políticos. Aún no sé quién me va a acompañar en el elenco.

—¿Había visto otro film sobre este tema?

—No. Lo más curioso es que cuando se haga éste, seré el actor que estuvo en las dos películas más emblemáticas sobre las estafas financieras y morales. Plata dulce fue la primera estafa argentina impulsada por Martínez de Hoz y sus “Chicago boys”, con el déme dos. Una de las tantas piedritas de vidrio que la gente compró.

—¿A partir de esta última estafa decidió quedarse en España?

—Me fui porque me quedé sin un centavo, y esto no es un eufemismo. Levantarme todos los días a las seis de la mañana para hacer la cola en el banco, para que me dieran cien dólares de mi dinero, lo sentía como un zafarrancho moral y afectivo desastroso. Viendo además, que los políticos del momento, desde Duhalde y De Mendiguren hasta el staff del gabinete del inoperante de De la Rúa, miraban todo como si ellos fuesen representantes del parlamento finlandés. Nunca tuve tan claro y descaradamente doloroso el destino su-damericano de la vida de uno.
Por eso me fui a Madrid, para recuperar mi verticalidad y mi salud. Fue una experiencia importante porque me permitió entender en carne propia, sin ningún camino filosófico o racional, que hay ciertas instituciones del sistema capitalista que están hechas para lo contrario de lo que uno piensa. Por ejemplo, los bancos no están para ahorrar el dinero del cliente, sino para juntarlo y robarlo. Cuando ocurre un crack bancario en el mundo, como ahora en los Estados Unidos, la ayuda de los Estados va para los bancos, no para los ciudadanos que tienen hipotecas. Cuando ganan privatizan las ganancias, pero cuando pierden socializan las pérdidas. Ahora entiendo casi a la perfección el discurso mentiroso y perverso de todos los economistas, quienes buscan ocultar sus futuros robos; llámense las AFJP o bancos privados extranjeros en la Argentina, no importa el nombre, están planteados para robar.

—¿En España encontró más seguridades?

—No idealicemos, pero como pertenecen al mundo europeo, colectivizado con dos parlamentos, hay un nivel de control mutuo que tiene una economía previsible. Hay una repartición de fondos más equilibrada. España misma fue beneficiada por esos repartos de fondos comunes. Esto le da un sistema de vida que te permite hacer ciertos planes haciendo que tu vida cotidiana tenga menos vulnerabilidad.

—La plata igual hay que ponerla en los bancos...

—Sí, pero ellos no se rigen por los caprichos de un ministro de Economía o de Hacienda perverso, sino por una cantidad de combinaciones de control financiero que no son de ese país, sino del Mercado Común Europeo. Esto hace que los partidos de izquierda o de centroizquierda estén dentro de este mundo capitalista. El PSOE y el PP se diferencian por su comportamiento. El primero plantea legalizar y blanquear la inmigración, las relaciones entre personas del mismo sexo, y quiere combatir la violencia contra la mujer, dándole puestos clave en su gobierno. Hay una intención general en Europa, y es que las políticas de Estado no se rijan por los caprichos de algunos políticos.

—Ser actor argentino le dio un lugar de privilegio.

—No, me dieron trabajo y me trataron muy bien, pero sin privilegios. Creo que respondí con lo que tengo.

—Allí pudo filmar su primera película como director (“Pasos”).

—Sí, pero aquí tal vez hubiera tenido más dificultades, pero me habría salido mejor. Porque hubiera tenido un entorno crítico más contendedor y menos solitario; allí tuve dificultades para conformar un equipo. En Buenos Aires hay una cinefilia muy querendona con aportes espontáneos de saber y contención que te puede apañar mucho más. En la Argentina sabemos sobrellevar inteligentemente la pobreza. Tenemos un sentido práctico de las dificultades; con esto no quiero decir que es mejor la pobreza para la creatividad, sólo que estamos acostumbrados a que con un alambre lo arreglamos.

—Se quedará bastante tiempo... Tal vez lo convoquen desde el San Martín o el Cervantes...

—No lo digo como virtud, pero nunca en mi vida hice teatro oficial. A veces por el cine y, por otra parte, no me hace feliz ensayar dos meses para hacer funciones sólo por ese mismo tiempo. Nunca recibí un peso del Estado. Quiero hacer teatro y jugarme a la taquilla.

—¿En estas semanas, en Buenos Aires, vio teatro?

—Sí, y lo que vi fue muy bien. Esta semana retomo otra vez.

—¿Y los colegas?

—Los veo muy afinados, los veo trabajando muy bien en teatro y en televisión. Mi hijo Gustavo, me mandaba a España Lalola y, ahora, sigo a Los exitosos Pells. Carla Peterson: tiene un gran talento. Es un caso extraño, porque su presencia femenina demuestra además, muchos recursos expresivos. También vi algunos teleteatros, como Valientes y Don Juan y su bella dama. En general, observo un desempeño muy bueno, que no tiene punto de comparación con lo que nosotros hacíamos, porque éramos más solemnes y prejuiciosos. Veo una televisión más dinámica.

—¿Alguna vez se arrepintió de ser actor.

—Arrepentirme, nunca, pero sí medité mucho sobre lo que se llama la profesión, no el oficio. Una cosa es aprender técnicas y enriquecerse con el trabajo: eso es el oficio, lo que uno desarrolla para expresarse. Mientras que la profesión es como la vida misma, un conjunto de estrategias o tácticas de avance y retroceso para que no te devore el egoísmo o la traición en distintos principios. El oficio es el corazón y la profesión son las piernas. Como actor no pienso, pienso como ciudadano. Esto permitió un pensamiento perverso; si un jugador de fútbol o un tenista son buenos, no importa lo que piensan. Mientras que a un actor se le pregunta por el mundo y la política. Si lo que dice Marrale, Alterio o Laplace no gusta, le dan con todo, desde los medios. Nadie debería estar exento de un análisis sociopolítico. Me parece que es una justificación inmoral.

Sigue
“Hay un feroz gorilismo”


—¿Los actores no son usados por los políticos?

—A mí nunca me usaron. Toda mi vida fui consciente, cuando firmé un manifiesto o estuve en un acto, aun sabiendo que una parte mía podía ser usada. Nunca tuve temor de aparecer como camarada de ruta. Si tengo que apostar por tal o cual hecho político, es natural –como decía Sartre– que a veces haya que meter el brazo en la mierda.

—¿Eso lo sintió cuando fue a Olivos? Los actores fueron a agradecer un decreto...

—Eso no es para nada así. Durante sesenta años se discutió el derecho; ningún gobierno ni tiránico ni democrático lo había firmado y éste lo hizo. No nos dio nada, decidió por inteligencia, oportunismo, llámalo como quieras, pero hizo lo que nadie había hecho. Me invitaron a refrendar con mi presencia y acepté. Me pregunto por qué los lecheros, los ganaderos y todos los empresarios que van a pedir nunca los veo agradeciendo. La Presidenta no nos dio nada, este gobierno se hizo eco de una lucha muy antigua. En cuanto a los medios, deberían comprender que hoy el partido de la derecha son los medios. No soy ni seré peronista, pero nunca antes había visto un gobierno tan sensato y equilibrado para gobernar. Pero todos los días veo agresión y descalificación contra la Primera mandataria y ecos de desestabilizar.

—¿No ve fallas en la comunicación?

—Hay una permanente descalificación y me pregunto por qué nada le viene bien. Sacaron la Ley 125 por Cobos, él debería haber votado lo que pensaba y luego irse a su casa. Se quedó para tener una oficina gratis y hacer su campaña política, que se la estamos pagando todos. Hay un feroz gorilismo con doce candidatos presidenciales. No veo que exista mordaza, pero sí noto actitudes golpistas en la oposición.



http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0342/articulo.php?art=12982&ed=0342

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actualizada: versión digital

Exclusivo diario perfil
"Nunca antes había visto un gobierno tan sensato y equilibrado para gobernar", dice Federico Luppi


Crítico de Cobos y del sistema financiero, está en el país filmando una película sobre el corralito. La televisión actual y los medios.

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28.02.2009 11:02

Volvió al país para filmar un guión sobre el corralito, Verano amargo, dirigido por Juan Carlos Desanzo, en San Luis. Mientras, Federico Luppi está buscado una obra de teatro, con productor incluido, para subir a un escenario porteño, ya que el proyecto que iba a dirigir Leonor Manso se cayó. El empresario catalán que lo apoyaba no pudo continuar, debido a la crisis económica. Tan sincero como siempre, analiza la realidad actual.

—¿Había visto otro film sobre este tema?
—No. Lo más curioso es que cuando se haga éste, seré el actor que estuvo en las dos películas más emblemáticas sobre las estafas financieras y morales. Plata dulce fue la primera estafa argentina impulsada por Martínez de Hoz y sus “Chicago boys”, con el déme dos. Una de las tantas piedritas de vidrio que la gente compró.

—¿A partir de esta última estafa decidió quedarse en España?
—Me fui porque me quedé sin un centavo, y esto no es un eufemismo. Levantarme todos los días a las seis de la mañana para hacer la cola en el banco, para que me dieran cien dólares de mi dinero, lo sentía como un zafarrancho moral y afectivo desastroso. Viendo además, que los políticos del momento, desde Duhalde y De Mendiguren hasta el staff del gabinete del inoperante de De la Rúa, miraban todo como si ellos fuesen representantes del parlamento finlandés. Nunca tuve tan claro y descaradamente doloroso el destino su-damericano de la vida de uno. Por eso me fui a Madrid, para recuperar mi verticalidad y mi salud. Fue una experiencia importante porque me permitió entender en carne propia, sin ningún camino filosófico o racional, que hay ciertas instituciones del sistema capitalista que están hechas para lo contrario de lo que uno piensa. Por ejemplo, los bancos no están para ahorrar el dinero del cliente, sino para juntarlo y robarlo. Cuando ocurre un crack bancario en el mundo, como ahora en los Estados Unidos, la ayuda de los Estados va para los bancos, no para los ciudadanos que tienen hipotecas. Cuando ganan privatizan las ganancias, pero cuando pierden socializan las pérdidas. Ahora entiendo casi a la perfección el discurso mentiroso y perverso de todos los economistas, quienes buscan ocultar sus futuros robos; llámense las AFJP o bancos privados extranjeros en la Argentina, no importa el nombre, están planteados para robar.

Más información en la edición Impresa

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LA LOCURA DE LA REVISTA NOTICIAS... PARA CON CRISTINA - 17 Ene

CRISTINA EN TRES ARROYOS: EXISTEN, EXISTIMOS!!


CRISTINA EN TRES ARROYOS




CRISTINA EN TRES ARROYOS
Cargado por REGISTROMUNDO


http://www.dailymotion.com/video/x8iugp_cristina-en-tres-arroyos_people

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Palabras de la Presidenta de la Nación, en Tres Arroyos


jueves, 26 de febrero de 2009
PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ , EN EL ACTO DE TRES ARROYOS, PROVINCIA DE BUENOS AIRES.


Gracias, muchas gracias; señor Gobernador de la provincia de Buenos Aires; señor Intendente de Tres Arroyos, Intendentes de localidades vecinas; amigos y amigas que hoy están aquí: quiero decirles que aunque viva mil años más, en mi vida voy a olvidar el recibimiento de este pueblo de Tres Arroyos. (APLAUSOS) Déjenme contarles, sólo por un instante, las cosas que me pasan y que he sentido hoy, junto a ustedes, cuando salía de la Casa Rosada recién, quiero contarles, para ir hasta el aeroparque y tomar el avión, había estado con el gobernador de Tucumán firmando un acuerdo y también con los gobernadores de Neuquén y de Río Negro, antes de irme de la Casa Rosada me alcanzaron, como siempre lo hacen todas las tardes los cables de noticias. Había un cable de un gran diario argentino, que decía: "A la Presidenta de los argentinos le esperan protestas y decenas de productores enojados, en Tres Arroyos". Déjenme decirles, hombres y mujeres, de aquí de uno de los puntos nodales de la producción, del trabajo, del crecimiento de los argentinos que vi a miles y miles de hombres y mujeres volcados en las calles para saludarnos.



Seguramente, en el diario de mañana, nada de esto aparecerá; no va a aparecer Marcelo, ese hombre que me recibió, en una de las 475 viviendas; no va aparecer Marcelo uno de los adjudicatarios de las 475 viviendas que se hicieron, luego de 18 años de que nunca se hiciera una vivienda, aquí en Tres Arroyos; seguramente tampoco va a aparecer esta fábrica modelo, que me tocó visitar con orgullo, de productores de maíz, que han decidido, que además de ser productores, le van a agregar valor a sus productos, porque saben que esta es la clave del mundo que viene, pero Nicolás Ambrosius y sus ocho socios productores existen. Y allí está la fábrica y están sus trabajadores y el Parque Industrial. (APLAUSOS). No va a aparecer Marcelo, no va aparecer Nicolás; tampoco va a aparecer Sonia, que me regaló este rosario que me colgué del cuello y que me dijo que era el rosario con el que sus hijos habían tomado la comunión, pero Sonia y sus hijos existen, aunque no aparezcan en los diarios. (APLAUSOS). No va a aparecer Selva, aunque creo que Selva era la del rosario, Sonia fue la otra que me dijo. "tengo 37 años y por vos estoy empezando a estudiar Derecho", que orgullo que una mujer argentina me tome como modelo para querer progresar y estudiar. Ella existe, pero seguro que no va a aparecer en los diarios. (APLAUSOS).



Ese camino, que antes era de tierra, de acceso al Parque Cabañas y que va a permitir que miles de arroyeños y arroyeñas vayan a disfrutar el fin de semana, no va a aparecer en los diarios, pero está ahí y ustedes lo saben. No va a aparecer en los diarios el empresario que acaba de firmar el contrato para la obra que vamos a iniciar aquí en el pueblo y que pertenece a una empresa local, son empresarios locales con trabajadores de la UOCRA también locales. Pero ellos existen.



Tampoco va a aparecer Josefina, la hija de detenidos desaparecidos aquí en Tres Arroyos que tiene la misma edad que mi hijo Máximo, 32 años, pero ellos existen. Josefina y los otros también existen como testimonio de lo que nos tocó vivir a los argentinos. Nada de estas cosas de la vida y de la esperanza después de la tragedia, de las industrias levantándose pujantes en un nuevo Parque Industrial para el que me piden que les traiga servicios y desde ya comprometo esos servicios para las nuevas industrias. (APLAUSOS) Nada de eso va a aparecer.



Pero déjenme contarles argentinos y argentinas, arroyeños y arroyeñas, que esa es la realidad que hemos construido y que seguimos construyendo todos los días, porque creemos en nosotros mismos, porque creemos en el trabajo, porque creemos en la unidad de los argentinos, porque creemos en la solidaridad, porque creemos en la redistribución del ingreso y en la justicia, porque creemos que podemos ser mejor de lo que fuimos, porque confiamos en nosotros mismos, porque nos reconocemos no agrediéndonos, no insultándonos, sino al contrario, tendiéndonos la mano aún cuando tengamos diferencias. La suerte de vivir en una democracia, hace que cada uno pueda expresar lo que quiera y lo que sienta, pero con respeto, sin descalificación, sin agravio y sin violencia.



Déjenme decirles que hoy he vivido uno de los días más felices de mi vida como Presidenta de los argentinos y me lo han dado ustedes. (APLAUSOS)



Quiero decirles a todos y cada uno de los hombres y mujeres, niños, jóvenes, ancianos que hoy se volcaron a las calles con afecto y con cariño, a todos, también a esa vecina -una sola por suerte- que salió con la bandera negra, porque ella también es parte de esta Argentina, que seamos grandes nosotros si los otros no saben hacerlo y que sepamos que en la unidad, en la cooperación, en la solidaridad, en el trabajo por los argentinos y por las argentinas, está la clave del presente y del futuro como lo estuvo también en estos años en que hemos podido construir un país diferente cuando todos estábamos con los brazos bajos, cuando nos habían convencido de que no podíamos tener un proyecto nacional que convocara al trabajo y no a la especulación, que convocara a la producción y al valor agregado para crecer cada más, vender cada día más y ser mejores.



Ustedes, hoy, aunque mañana solo aparezcan los que estaban en el Aeropuerto protestando porque llegué, son la mayoría y existen. Sepan que existimos porque somos el pueblo, porque somos los que trabajamos, los que creemos en la Argentina, porque somos los que venimos sosteniendo la necesidad de una patria integrada donde todos tengan derecho al trabajo, a la vivienda, a la salud. Por esa Argentina vamos a seguir trabajando con más fuerza que nunca. (APLAUSOS)



Cuando cada uno de ustedes me pide que no afloje, yo quiero contestarles que, en nombre de los millones de argentinos que todavía no tienen trabajo, que en nombre de los millones de argentinos que todavía no tienen una casa, por cada uno de esos argentinos, por cada una de esas argentinas, no voy a descansar un solo instante y voy a seguir trabajando por la patria. (APLAUSOS)



Ha sido demasiado largo el camino que hemos recorrido los argentinos. En un mundo que se derrumba, en un mundo donde se derrumban los grandes paradigmas que intentaron instalarnos en la cabeza como pensamiento único, aquí estamos, de pie como siempre cuando desde muy jóvenes abrazamos la gran causa nacional y popular que no es de un partido político, al contrario, es de todos los argentinos y de todas las argentinas que creen que es posible tener un país soberano, digno, que se sienten orgullosos de ser argentinos y de tener patria. (APLAUSOS)



Vamos a trabajar junto a cada uno de los productores como los que visité esta tarde y que creen en la necesidad de agregar valor a su producto, que siguen siendo productores pero que además se integran en la cadena de valor; vamos a seguir trabajando por los miles de comerciantes que necesitan vender sus productos y necesitan trabajadores que los consuman; vamos a seguir trabajando por los millones de argentinos que consiguieron trabajo y que necesitan conservarlo para incrementar el mercado interno que necesitamos hoy ante este mundo que se derrumba más fuerte y robusto que nunca para seguir sosteniendo la actividad económica y la generación del empleo; vamos a seguir trabajando porque, además, es lo único que sabemos hacer, trabajar todo el tiempo, trabajar, trabajar y trabajar. Es lo que mejor sabemos hacer, poner el hombro y poner también la otra mejilla y la mano tendida aún a aquellos que nos insultan y nos descalifican. Esa es nuestra fortaleza.



Cuando uno tiene la convicción de que sus ideas son genuinas, cuando uno tiene la convicción de que los ideales que levanta son los justos, cuando uno tiene la certeza de estar trabajando para los demás y no para uno mismo, uno tiene la fortaleza para enfrentar el agravio y la descalificación. Solamente los que piensan en uno mismo, solamente los que no están tan seguros de poder decir en voz alta cuáles son sus ideas y cuáles son sus proyectos, son los que agravian y los que insultan. Cuando uno tiene ideas, da ideas, no insultos ni agravios. (APLAUSOS)



Quiero decirles que tengo mucha fe, quiero decirles que tengo mucho optimismo porque creo en Dios, creo en la patria y creo en los argentinos y porque además, estoy convencida de que, como siempre ha sido, más temprano que tarde la verdad siempre la terminan conociendo todos los argentinos.



Muchas gracias, Tres Arroyos; muchas gracias desde el corazón, gracias por el afecto, por el cariño, por las ilusiones, por las esperanzas y por los sueños de ustedes que son mis propios sueños y los de todos los argentinos.



Gracias, nunca los voy a olvidar, nunca. (APLAUSOS)

http://www.casarosada.gov.ar/index.php?option=com_content&task=view&id=5603



VIDEO: http://www.casarosada.gov.ar/index.php?option=com_content&task=view&id=5602&Itemid=1


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Pasión por enseñar


El lector en clase
Pasión por enseñar

Por Mex Urtizberea

Hay tantas clases de clases como clases. Una de ellas es la de las inolvidables: recuerdo una clase de literatura en la que el profesor abordaba Don Quijote de la Mancha; de pronto, con un gesto vehemente abre el libro y se embarca a leernos el pasaje donde el Quijote muere. Entonces, el profesor empieza a llorar, llora mientras lo lee, cada vez más desconsoladamente, con un último hilo de voz llega hasta el punto final. Cierra el libro, saca un pañuelo, se recompone un poco y dice: “Hemos perdido a un gran hombre”.

En el aula no vuela una mosca, fascinados por la escena. Después íbamos a enterarnos de que en todos los cursos este profesor repetía la misma escena de llanto emocionado en el mismo pasaje del libro. Era su pequeño y pícaro aporte para que nos interesásemos por la literatura.

Hay tantas clases de escuelas como escuelas.

Un padre me comenta, asombrado, que en la escuela de su hijo no le permiten que vaya con el pelo largo. Cuando se acerca a hablar con la directora para defender el derecho de su hijo a tener el cabello como guste, ella le explica que es por el tema de la pediculosis. Al padre no le parece muy razonable la respuesta, siendo que las chicas sí pueden llevar el pelo largo, y le plantea que, en todo caso, su hijo puede atárselo.En fin, señor, termina confesando la directora, ocurre que no queremos acá chicos anormales.

Hay tantas clases de docentes como docentes.

Una profesora me cuenta esta experiencia personal: en una prueba escrita descubre a una alumna con las manos debajo del banco, se acerca y le encuentra su machete escondido. No se enoja, no le grita, no hace público el hecho, no la pone en evidencia frente a sus compañeros, no la expone para que el resto escarmiente; en el más absoluto silencio le retira la hoja y le pone un 1. Días después, le toma el recuperatorio y, ya al final de la hora, vuelve a descubrir a la chica con las manos debajo del banco. Se acerca, resignada, y encuentra que lo que escondía esta vez su alumna era un ramito de jazmines. Son para usted, le dice, y se lo entrega junto con el examen terminado y con la mayoría de los puntos bien resueltos.Todo chico valora ser respetado, me comenta la profesora, todo chico merece ser respetado. Porque son chicos, y están aprendiendo.

Hay tantas clases de chicos como chicos. Unicos e irrepetibles, cada uno con su mochila de problemas y de talentos; a lo mejor, la escuela debería esforzarse por contemplarlos en particularidad, para que cada uno desarrolle lo que tiene para desarrollar, también único e irrepetible, más allá de lo que indican los programas con sus objetivos tan generales.

Hay tantas clases de pasiones como pasiones.

La pasión por enseñar es una de ellas, y da la casualidad de que es esta pasión la que puede despertar la pasión por aprender.

Hay tantas clases de comienzos como comienzos, ojalá sea éste un comienzo de clases totalmente apasionado para todos los docentes y para todos los chicos.

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=991379

CRISTINA: ¿QUE ES LO QUE QUIEREN?


http://www.casarosada.gov.ar/images/stories/video/bicicletasycamiones2402.flv

¿que es lo que quieren ?







Palabras Presidenta sobre anuncios Plan de Reactivación
martes, 24 de febrero de 2009
PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER, EN EL ACTO DE ANUNCIO DEL PLAN DE RENOVACIÓN PARA BICILETAS, UTILITARIOS Y CAMIONES, EN LA RESIDENCIA PRESIDENCIAL DE OLIVOS




Muy buenos días a todos y a todas. Realmente los canillitas y los vendedores de diarios y revistas, le dieron la cuota de emoción a los anuncios de hoy. Desconocía que era Evita, Eva Perón, la que les había dado la personería gremial y me entregan el cuadro. La verdad que no sabía. (APLAUSOS) Además, bueno es decirlo, me lo entregan también en un día muy particular, 24 de febrero, que es un nuevo aniversario del primer triunfo del general Perón, 24 de febrero de 1946. (APLAUSOS)

Hoy estamos aquí en esta brillante exposición, "brillante" realmente que ha dado Débora acerca de estas nuevas políticas activas que se suman a las anteriores, para promover el consumo. Creo Débora que vos y yo tenemos trabajo para después en "compre ya" y nadie nos va a disputar esto, porque creo que somos muy buenas vendedoras; vendemos también y somos fantásticas vendedoras de los productos argentinos y defensoras del trabajo de los argentinos, que es lo que estamos haciendo hoy acá.

Algunos pensarán que estamos anunciando únicamente bicicletas o camiones o autos. Estamos haciendo eso, pero para defender la producción de los argentinos y el trabajo de los argentinos, que es realmente lo más importante. (APLAUSOS)

De todos los planes que presenté la Ministra, de todos los análisis que hizo en materia de precios, de por qué los carrozados, de por qué las rectificaciones, me parece que un dato, el del principio, cuando planteó que este modelo había producido un 66 por ciento en el crecimiento de la economía de nuestro país, y que de esos 66 puntos, 47 por ciento, 47 puntos correspondían a mercado interno, yo creo que ahí están las claves de estos años en que hemos crecido y que este crecimiento también ha llegado a millones de argentinos bajo la forma de trabajo, de jubilaciones, de mejores salarios y de la participación en el Producto Bruto Interno del 43.6 por ciento con el que terminamos en el año 2008. Y luego la crisis mundial, que es precisamente a partir de ella donde comenzamos a impulsar y profundizar estas políticas activas, tendientes precisamente a preservar eso, actividad económica, empleo de los argentinos.

Y esto se complementa también en este modelo de consumo interno y además de profundas convicciones, con lo que también sucedió ayer y anunciaban el señor Ministro de Trabajo y el señor titular de la ANSeS que es la movilidad jubilatoria consagrada por ley el año pasado, iniciativa de este Poder Ejecutivo, y que permitió anunciar el primer aumento de los dos que corresponden por año a nuestros jubilados y pensionados del 11,69 por ciento. (APLAUSOS)

Esto llega a 6 millones 118 mil personas, lleva la jubilación mínima conjuntamente con el subsidio del PAMI a 815 pesos y es el aumento más importante que se ha dado a toda la escala desde que los jubilados en este país comenzaron a tener aumento y a existir que fue a partir del año 2003. Hasta ahí les rebajaban las jubilaciones y pensaban que eran una carga para el Estado.

Creo que es importante remarcar estas cosas, también la discusión en que se dio, porque se aplicó el índice que estábamos en discusión cuando salió en el Parlamento, me acuerdo que la oposición planteaba otro índice que de haberse aplicado hubiera sido más bajo el aumento de la jubilación y que yo decidí finalmente, cuando se produjo esa discusión en el Congreso, que siempre se aplicara el índice más alto. Pero en definitiva, si se hubiera adoptado el otro criterio, el que afortunadamente, porque contamos con los votos para poder sostener nuestra postura, no se aplicó, hubieran cobrado un 1,25 por ciento menos de lo que hoy van a cobrar.

No es para pelear ni para polemizar; simplemente para analizar muchas veces por qué no nos podemos poner de acuerdo y superar las diferencias políticas o partidarias o sectoriales para tender fundamentalmente al bien común, que es lo que todos tenemos que propender. O sea, abandonar ese tironeo que finalmente es estéril y que termina perjudicando a toda la economía, en un momento dificilísimo.

Por eso hoy estas políticas para comprar camiones, camiones que, como en el caso de IVECO tiene 2.500 camiones parados en sus playas sin poder venderlos y entonces es necesario impulsar la venta con crédito blandos para el consumo y así en toda la línea. Porque, debo decirlo, hoy el momento es el de impulsar el consumo y la actividad.

Y yo quiero en este sentido llamar a recapacitar a algunos sectores de la economía que hoy pueden darse el lujo que no pueden darse otros y que es, no comercializar sus productos.

Fíjense la paradoja. Acá la ministra de la Producción, la Presidenta de los argentinos, hay empresarios, autopartistas de las terminales automotrices, todo el mundo, no hay un solo sector, no hay un solo actor de la actividad económica que hoy pueda decir: no comercializo mis productos, salvo aquellos que han tenido una gran rentabilidad, que tampoco estamos enojados porque la hayan tenido, pero les pedimos que recapaciten, porque estamos haciendo un gran esfuerzo para sostener la actividad, el empleo y la producción.

No han podido desde afuera, ¿qué es lo que quieren finalmente terminar? Qué la crisis que no pudieron tumbarnos los de adentro con producción y trabajo, la termine tal vez un sector que ha tenido una gran rentabilidad, y entonces es necesario que vea la posibilidad de cómo ponemos el hombro junto a todos para poder salir adelante.

Yo me pregunto, de todos ustedes, quién puede hoy decir: no comercializo mis productos, cuando precisamente el gran objetivo de todos, de los comerciantes, de la siderurgia, de los textiles, del calzado, es vender, por eso las rebajas, por eso impulsar el consumo.

Tenemos que tener una grandeza fuerte todos los argentinos, y entender que necesitamos por sobre todas las cosas esa grandeza que nos exija a todos mantener actividad y empleo; por eso estas líneas que hoy estamos lanzando. Yo confío en que finalmente se recapacite. No es enfrentando con violencia, no es cortando rutas, no es tomando bancos en un momento tan difícil de la economía como se logra, van a terminar impactando negativamente en la economía más allá de todos los esfuerzos, y no va a ser por la crisis de afuera, sino una vez más va a ser por errores de algunos de adentro.

Por eso creo que es importante que todos pongamos el esfuerzo para poder solucionar las cosas. Fíjense, uno ve la economía del mundo todos los días en los noticieros, que en tal o cual parte, de tal o cual fábrica despidieron miles empleados, miles de otras, de empresas de comunicación, de empresas automotrices, de empresas de informática, de bancos que se caen, de bancos que se nacionalizan. Hemos logrado nosotros, con la fortaleza de ese modelo del que hablaba la Ministra con el 47 por ciento de crecimiento por mercado interno, hacer frente al vendaval, pero todos tenemos que contribuir y poner el esfuerzo. Lo está poniendo el Estado con sus jubilados, 6.047 millones de pesos anuales están en este 11 por ciento; y lo vamos a poner con todos los sectores para que nadie quede a la vera del camino y todos tengan al certeza de que este es un país para todos.

Por eso les pido a todos los argentinos, piensen como piensen, se ubiquen en el lugar que se ubiquen, que lo importante por sobre todas las cosas, es seguir sosteniendo este crecimiento que nos ha dado a los argentinos trabajo, producción y empleo, luego de crisis como la que vivimos en el 2001.

Quiero agradecerles a todos la presencia y esta ampliación y flexibilización en materia de ventas en los planes de autos, desde un camión, desde un utilitario hasta una bicicleta, que en definitiva contempla a todos los sectores de la actividad económica, los canillitas que necesitan su bicicleta, el transportista que necesita su camión, el distribuidor que necesita su partner; luego, como decía Débora, aquellos que tienen un auto abollado porque tuvieron un accidente y quieren repararlo, rectificaciones. Ella dijo que era una idea, pero es muy generosa, la idea vino de ella e impulsada también por la gente de autopartes que vinieron con el tema de la rectificación, y la verdad que lo tomamos porque nos pareció un modo importante de generar, para una actividad de los talleres, de las rectificadoras, de las carroceras, que tienen muchos empleados y muchas veces uno por falta de plata no reparó al auto, el abollón, el raspón o lo que le faltaba al motor. Creo que es importante tener todas estas medidas fuertemente activas, fuertemente contracíclicas contra lo que viene de afuera, poder entre todos seguir construyendo esta Argentina que hemos hecho.

Yo les pido a todos, con mucha humildad, como Presidenta de todos los argentinos, pensemos ana vez más en los que todavía no tienen trabajo, pensemos en los que tienen trabajo y tienen miedo de perderlo o posibilidades de perderlo, pensemos en los comerciantes que quieren seguir vendiendo que no pueden paralizar la comercialización de sus productos, porque no tiene reservas, tienen que pagarle al proveedor, tienen que pagarle a los empleados, tienen que pagar el crédito del banco; pensemos en los empresarios que han invertido en autopartes, en las proveedoras de las grandes terminales; también pensemos en las terminales que agrupan a miles y miles de trabajadores y que han hecho planes de inversión. Pensemos en los de la siderurgia, pensemos en los textiles, en los del calzado, en fin, en todos aquellos donde el gran desafío que se plantea es cómo seguir vendiendo y cómo impulsar el consumo. No hay un solo sector, casi ningún sector -digamos- que piense en no comercializar, al contrario, el desafío es cómo lograr comercializando como lo veníamos haciendo para sostener crecimiento, actividad, rentabilidad y empleos.

Así que aquí estamos, al pie del cañón, como siempre, con mucha fuerza, con mucha convicción, sabiendo que estamos en el camino adecuado y soportando lo que haya que soportar que para eso, en definitiva, es también la alta responsabilidad que tenemos, ponernos también junto a los argentinos el país al hombro y seguir caminando.

Muchas gracias y muy buenos días.

http://www.casarosada.gov.ar/index.php?option=com_content&task=view&id=5582&Itemid=66


video:

http://www.casarosada.gov.ar/index.php?option=com_content&task=view&id=5579&Itemid=66

27 de febrero de 2009

Guarecerse y pensar


Guarecerse y pensar

El lector enrejado
Guarecerse y pensar
Por Mex Urtizberea
“Cada uno se construye su propia cárcel”

Gerardo Hernández, mi vecino

Para vivir en un país más seguro o para transformar el mundo en un lugar donde se pueda estar tranquilo, las posibilidades que se nos sugieren tienen raíces muy filosóficas:

Si no alcanza con candados, hay rejas.

Si no alcanza con rejas, hay puertas blindadas.

Si no alcanza con puertas blindadas, hay alarmas.

Si no alcanza con alarmas, hay alambrados electrificados.

Si no alcanza con alambrados electrificados, será que hay que pensar en alguna otra cosa.

Si no alcanza con policía hay seguridad privada.

Si no alcanza con seguridad privada hay pistola en el ropero.

Si no alcanza con pistola en el ropero hay escopeta.

Si no alcanza con escopeta, hay ametralladora.

Si no alcanza con ametralladora, será que hay que pensar en algo nuevo.

Para vivir en un mundo más seguro, para que nuestros países enfrenten el flagelo de la inseguridad, los grandes cerebros de cada punto del planeta reflexionan, profundizan su mirada, van a la fuente del problema, y aportan posibles soluciones:

Si no alcanza con garitas, hay vallas.

Si no alcanza con vallas, hay murallas.

Si no alcanza con murallas, hay ejércitos.

Si no alcanza con ejércitos será que hay que pensar en algo más.

Si no alcanza con cárceles, hay pena de muerte.

Si no alcanza con cámaras de seguridad, hay cámaras de gas.

Si no alcanza con cámaras de gas hay silla eléctrica.

Si no alcanza con silla eléctrica hay fusilamientos en masa.

Si no alcanza con los fusilamientos en masa, será que hay que pensar en algo más.

Para vivir en un mundo más seguro, en un país más seguro, se nos sugieren posibilidades que dan cuenta de un análisis profundo de las cosas, el sentido más filosófico del asunto, allí donde está el meollo del problema, el origen de estos males; se desanda la historia, se reconocen las fallas del sistema, se asume que de tal causa tales consecuencias, y frente a esas consecuencias es que se nos sugieren reveladoras posibilidades para lograr vivir en un mundo más seguro, en un país más seguro:

Si no alcanza con arma de puño, hay arma larga.

Si no alcanza con arma larga, hay arma de lanzamiento.

Si no alcanza con arma de lanzamiento, hay bombas caseras.

Si no alcanza con bombas caseras, hay bombas de uranio, plutonio, de neutrones o de hidrógeno, radiológicas, de fusión nuclear, de fisión nuclear, de fisión-fusión-fisión, atómicas.

Y si sigue sin alcanzar, y la ansiada seguridad sigue sin ser alcanzada, será que hay que pensar en otro recurso.

A lo mejor será que hay que pensar que en este mundo hay algo que está mal pensado.

A lo mejor hemos enrejado las ideas.

http://www8.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=966729

26 de febrero de 2009

Digan cómo


El lector político
Digan cómo

Por Mex Urtizberea

Digan cómo.

Digan un plan.

Digan qué idea.

Digan el proyecto.

Digan los pasos.

No digan para terminar con tal cosa, para continuar con tal otra. Digan cómo.

Digan con qué recursos.

Digan con qué criterio.

Digan con qué medidas.

No digan frases vacías. No digan palabras tan generales.

No digan “seguridad” si no dicen cómo.

No digan “educación” si no dicen cómo.

No digan “cambio” si no dicen cómo.

Digan cómo.

Concretamente cómo.

Sinceramente cómo.

Digan las respuestas; las preguntas las conocemos todos.

Digan visiones reveladoras.

Digan algo de los pensadores que leyeron, cuáles rescatan, con cuál disienten.

Digan qué saben de filosofía política, digan qué saben de los problemas de la gente.

Digan qué saben de economía, digan qué recetas ya fallaron y cuáles aún no se han probado.

Digan la historia, las causas.

Digan cómo saben lo que saben.

Digan algo que no haya dicho nadie, algo que no sepamos.

No digan discursos que no dicen cómo.

No digan obviedades.

No digan vaguedades.

No digan sólo los titulares de las cosas. Digan las cosas.

Digan con qué cálculos.

Digan de qué manera.

Digan con qué medios.

Digan por cuál camino.

Digan cómo.

Específicamente cómo.

Técnicamente cómo.

Detalladamente cómo.

Sabiamente cómo.

No digan sólo eslóganes.

No digan por arriba.

No digan “salud” si no dicen cómo.

No digan “vivienda” si no dicen cómo.

No digan “empleo” si no dicen cómo.

No digan lo que ya escuchamos mil veces, lo que ya sabemos de memoria.

Digan una que no sepamos todos.

Digan y sorpréndannos por lo ilustrados, por lo preparados, por lo sensibilizados.

Digan y sorpréndannos por lo creativos, por lo comprometidos, por lo bienintencionados.

Digan lo que quieren hacer, pero digan cómo.

No digan palabras recitadas.

No digan frases hechas por los asesores de imagen.

No digan discursos de cartón. Digan cómo.

Simplemente cómo.

Claramente cómo.

Particularmente cómo.

Responsablemente cómo.

Digan un plan.

Digan qué idea.

Digan el proyecto.

Digan los pasos.

Por cuál camino.

Con qué recursos.

Con qué criterio.

Con qué medidas.

Digan cómo.

Los estamos escuchando.

Por Mex Urtizberea

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=939371

25 de febrero de 2009

Deseos para niños


El lector en su día
Deseos para niños

Por Mex Urtizberea

Que sean niños los niños.

Que sean niños, y no clientes de las compañías de celulares, o vendedores de rosas en los bares, o estrellas descartables de la televisión.

Niños, no limpiavidrios en los semáforos, o botín de padres enfrentados o repartidores de estampitas en los subtes.

Que no sean niños soldados, los niños. Que sean niños los niños, simplemente. Que no sean foto de un portal pornográfico. Que no sean los habitantes de un reformatorio.

Que no sean costureros en talleres ilegales de ningún lugar del mundo.

Que sean niños los niños, y no un target.

Que no sean los que pagan las culpas. Los que reciben los golpes. Los bombardeados por publicidad. Que sean niños los niños. Todo lo aniñados que quieran. Todo lo infantiles que quieran. Todo lo ingenuos que quieran. Que hagan libremente sus niñerías.

Que se dediquen a ser niños y no a otra cosa.

Que no sean los que no juegan, los acosados por las preocupaciones, los tapados de actividades.

Que sean niños los niños y se los deje preguntar sin levantar la mano, formar filas torcidas, llevar alguna vez la Bandera no por ser mejor alumno, sino por ser buen compañero.

Que sean niños los niños y no los incentivados con desmesura a consumir todo lo que saca el mercado.

Que sean niños, y no los que aspiran pegamento en una esquina o fuman paco en la otra, tan de nadie, tan desprotegidos.

Niños, no nombres que tienen que rogar por recibir el apellido paterno o la cuota de alimentos.

Que sean niños los niños.

Y que los niños sean lo intocable, que sea la gran coincidencia en cualquier discusión ideológica; que por ellos se desvelen los economistas de todas las corrientes, los dirigentes de todos los partidos, los periodistas de todos los medios, los vecinos de todas las cuadras, los asistentes sociales de todas las municipalidades, los maestros de todas las escuelas.

Que sean niños los niños, y no el juguete de los abusadores.

Que sean niños, no "el repetidor" o "el conflictivo" o "el que nunca trae los deberes".

Niños, y no los que empujan el carro con cartones.

Que sean niños los niños, simplemente.

Que ejerzan en paz el oficio de recién llegados.

Que se los llame a trabajar con la imaginación o con lápices de colores.

Que se los deje ser niños, todo lo niños que quieran.

Y que los niños sean lo importante, que por ellos lleguen a un acuerdo los que nunca se ponen de acuerdo; que por ellos se dirijan la palabra los que no se hablan, que por ellos hagan algo los que nunca hicieron nada.

Que sean niños los niños y que no dejen de joder con la pelota.

Que sean niños en su día. Que lo sean todos los días del año. Que sean felices los niños, por ser niños. Inocentes de todo lo heredado.

Por Mex Urtizberea

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=933161

24 de febrero de 2009

Vendo mi corazón


El lector en deuda
Vendo mi corazón

Por Mex Urtizberea

"Hay momentos en que, sea cual fuere la actividad del cuerpo, el alma está de rodillas." Víctor Hugo

¿No puede alimentar a sus hijos? Trabaje.

¿No consigue trabajo, o está imposibilitado para trabajar, o no puede trabajar porque tiene niños a su cargo? Venda su casa.

¿No tiene casa propia? Venda su coche.

¿No tiene coche? Pida plata prestada a un banco.

¿Ningún banco le da plata porque usted es pobre? Pida plata a su familia.

¿Su familia es tan pobre como usted? No proteste, no se subleve, no ponga en tela de juicio el sistema que nos rige, arréglese.

Usted tiene un cuerpo.

Alquile su vientre.

¿Se da cuenta de que el mundo no es tan malo, que siempre da posibilidades?

Y no se agotan en su vientre las posibilidades.

Entre en algún sitio de Internet donde pueda ofrecer sus córneas, un pulmón, un riñón, el hígado.

No se estremezca si encuentra allí que un empleado que vive en La Rioja puso en venta sus órganos para afrontar los gastos que demanda el tratamiento de cáncer que padece su esposa, con la que tiene dos hijos chiquitos; o que una chica peruana de dieciséis años ofrece su riñón por setenta mil dólares, porque su familia se está muriendo de hambre, o que varias personas ofrecen subastar todos sus órganos menos el corazón.

Usted también tiene un cuerpo.

Piense que tener un cuerpo es como tener una empresa.

Alquílelo o véndalo por partes.

Empéñelo.

Subástelo.

Todo indicaría que es el negocio del futuro.

El mundo, amablemente, desinteresadamente, les está dejando servido a los pobres este flamante negocio.

De seguir así, habrá mucha gente a la que pronto no le quedará otra cosa que dedicarse a estas operaciones bursátiles de alquiler de sus vientres y venta de sus órganos.

No se puede quejar, no critique al sistema ni a sus dirigentes por la vida que le ha tocado en suerte, usted tiene en su propio cuerpo su salida laboral, puede sacarle provecho.

Arréglese.

¿Usted no tiene nada, nunca tuvo nada, tuvo un poco y ya no lo tiene, pertenece a una clase a la que siglo tras siglo la han despojado de todo?

Despójese ahora de su cuerpo.

Parte por parte.

O, de lo contrario, corte por lo sano: ofrézcase para inmolarse de cuerpo entero por alguna buena causa internacional o nacional en la que se le pague por eso.

Usted tiene un cuerpo y hágalo valer: póngale un valor.

Así va a poder alimentar a sus hijos si no consigue trabajo, o está imposibilitado para trabajar, o no puede trabajar porque tiene niños a su cargo, y no tiene casa para vender, ni coche, ni banco ni familia que le preste plata.

Usted tiene un cuerpo.

Vientre, córnea, riñón, pulmón, hígado.

Arréglese.

Y ya no moleste con sus reclamos.

No sea desalmado.

Tenga corazón.

Por Mex Urtizberea

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=931142

23 de febrero de 2009

El poder del miedo


El lector inmigrante
El poder del miedo

Por Mex Urtizberea
“La violencia no es sino una expresión del miedo”

Arturo Graf, poeta italiano.

Cobarde, un muchacho catalán golpea a una adolescente inmigrante que viaja sola en un tren de Barcelona.

Nunca nadie más cobarde: en un vagón casi desierto, a una chica menor de edad, sentada sola, mirando para abajo.

Cobarde, la golpea.

Por miedo, paralizado por el miedo, otro muchacho que está sentado en diagonal a la chica, frente a ella, frente a los golpes, frente al golpeador, testigo de todo, no hace nada por ayudarla.

De miedo, mira para otro lado mientras la violencia ocurre. Entonces, la violencia ocurre.

Por miedo, la madre de la chica ecuatoriana no denuncia en la Justicia la brutal agresión física y espiritual que ha sufrido su hija en ese tren cuando ella se lo cuenta.

De miedo, hace silencio, silencia lo que ha ocurrido. Por miedo, se mudan de casa.

Cobarde, el muchacho catalán. Cuando todo sale a la luz porque alguien que vio el video de la agresión grabado por la cámara de seguridad del tren actúa de oficio, dice que lo hizo porque estaba borracho, y punto; cobarde.

Con miedo, el muchacho que vio golpear a la niña y no hizo nada denuncia en una comisaría que sus vecinos lo insultan por no haber reaccionado frente a la agresión, pues lo reconocieron en el video.

Por miedo, la chica ecuatoriana ahora no quiere salir de su casa; por el miedo de ser golpeada por un cobarde; por el miedo de ser inmigrante; por el miedo de no ser defendida por nadie; por el miedo a un mundo que por miedo ejerce la violencia, se calla la boca, mira para otro lado, se exime de ser solidario, de comprometerse con el otro, de gritar por el otro, de tener un gesto de valentía para darle una mano a alguien.

Por miedo al miedo de los demás, no quiere salir de su casa.

Y el de ella es un miedo indiscutible.

Finalmente, el miedo ha ganado la batalla: logró que alguien estuviera aterrado con razón.

Por miedo a las diferencias, por miedo al que no es igual a uno, por miedo al otro, por miedo a la diversidad, los cobardes construyen odio y rechazo, y lo pregonan, lo ejercen, lo divulgan, para que otros cobardes también se sumen al miedo, al odio, al rechazo.

Por miedo a compartir algo de lo que se tiene, los cobardes se espantan, se aterran, se aferran a sus miedos y ven enemigos donde no los hay.

Por miedo, se construye una industria del miedo, y el miedo amenaza, como dice Eduardo Galeano: si habla, tendrá desempleo; si camina, tendrá violencia; si piensa, tendrá angustia; si duda, tendrá locura; si siente, tendrá soledad.

Cobarde el muchacho catalán, nunca nadie más cobarde: golpear a una inmigrante.

Y cobardes todos los que quieren asustarnos para que cerremos con candados nuestros corazones.

Por Mex Urtizberea

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=947997

22 de febrero de 2009

Por qué tanto apuro


lector en ruta
Por qué tanto apuro
Por Mex Urtizberea
Ahora que quedé atrás de un camión frigorífico, en esta ruta de doble mano, y me veo obligado a reducir la velocidad a 70 kilómetros por hora, por un rato, tengo tiempo de pensar en esto: cuando era chico y viajábamos a Miramar, en el Citröen 2 CV de mi madre, ella al volante, tardábamos exactamente 3 días en llegar. Siempre a una velocidad de 70 km/h, todo el camino; sólo muy cada tanto nos adelantábamos para pasar algún camión, porque se necesitaba tomar mucho envión y rogar no tener el viento en contra para lograr hacerlo. Y así, unas 8 horas después de salir de casa llegábamos a Dolores.

De noche hacíamos ahí la primera parada para dormir. A la mañana siguiente, volvíamos a la ruta y sus peligros, y, de nuevo a 70 km/h, hasta que llegábamos a Mar del Plata, donde hacíamos noche, y entonces ocurría que, al tercer día, Miramar aparecía frente a nuestros ojos, no se había movido de allí por la tardanza.

"Qué apuro hay en llegar", decía mi madre, cuando alguno de sus seis hijos empezaba a impacientarse, "si estamos yendo de vacaciones".

Ahora me interrumpe el recuerdo un auto que, con una maniobra ansiosa, casi furiosa, me pasa y descubre que puede hacerlo conmigo, pero no con la fila de camiones que tenemos adelante. Entonces, bruscamente, se ve obligado a quedar entre mi coche y el camión frigorífico.

Allí está él, que arriesgó su vida en esa maniobra, y la de su familia o la de quienes sean esas cabezas que asoman por el vidrio de atrás. Allí está, después de jugarse todas las tardes al sol que le quedan por delante; un partido de tejo que dejarle ganar a su hijo para verlo feliz; una picada de rabas y cornalitos bajo las estrellas con la mujer amada; cientos de conversaciones sin apuro con un amigo de reposera a reposera; todo a cambio de haber ganado uno o dos minutos en la llegada a sus vacaciones.

Ahora me interrumpe el pensamiento la noticia, por la radio, de un accidente en no sé qué ruta, de no sé cuántos muertos, que se suman a los otros muertos de no sé de cuántos otros accidentes que ya ha habido este año en las rutas. Creo oír que hablan de un récord en este verano, y algo dicen sobre los riesgos de la velocidad; con tanta velocidad lo dicen; con velocidad pasan las cifras de muertos, y después pasan a otra cosa. Y percibo ahora que otros autos me pasan y van a encontrarse con el auto que está entre mi auto, el camión frigorífico y una fila de camiones, y la posibilidad de perder todas las tardes al sol que ofrece la vida, por unos minutos, por unas pocas horas, de llegar antes a destino.

Ahora pienso en esto: algo ha pasado a lo largo del tiempo que nos ha hecho creer que estamos apurados; que esperar no es de valientes; que tardar es de cobardes. Alguien nos ha vendido la necesidad de la velocidad, con todos sus accesorios, a cualquier precio, y acá estamos, sumisos y obedientes con el apuro, matándonos entre nosotros, en las rutas.

http://www8.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=985384

21 de febrero de 2009

Más, siempre más


El lector insatisfecho
Más, siempre más
Por Mex Urtizberea


Este empresario ya tiene declarado seiscientos millones de dólares, ¿para qué quiere más?, me dice al pasar y con cierto aire de preocupación un vecino de la ciudad de Mendoza, que se acercó, como otros, al acto en el teatro Independencia para reclamar que Canal 7 se pueda ver por aire, gratis, como sucedía antes de que este conocido empresario de los medios y su grupo les quitaran esa posibilidad.

¿Para qué quieren más los que quieren más, si ya tienen bastante?, me acota una compañera de trabajo, mientras vemos por la tele un informe sobre el furor por las cirugías estéticas y los ejemplos de mujeres famosas, nombre por nombre, foto por foto, que recurrieron al quirófano para seguir sumándose siliconas.

¿Para qué quieren tener justo lo que no tienen, si ya tienen lo suyo?, me comenta un amigo que acaba de volver de Las Vegas, mientras me muestra una foto de la réplica de la Torre Eiffel que han hecho allí, y otra de unos barcos piratas en la puerta de un hotel combatiendo a puro cañonazo, todo hecho en un cartón pintado que señala, sin quererlo, el extraño gusto de ver lo que no es.

¿Para qué quieren más los que ya tienen demasiado?, me dice, al borde de la indignación, el mozo de toda la vida de un restaurante de mi barrio, cuando descubre que la pareja que acaba de dejarle una propina más que miserable parte alegremente en una camioneta valuada en no sé cuántos miles de dólares.

¿Para qué más? contesta una amiga a la otra, las dos con sus celulares en la mano y sentadas cerca de mí en la sala de espera del dentista, cuando la otra se burla de ella por tener un celular de los primeros que salieron, sin ningún encanto, y que no saca fotos.

Tenga más, reza un eslogan de no importa qué producto, porque no dice más qué: si más mujeres, más prestigio, más cuentas bancarias, más problemas, más enemigos. No dice más qué. Acaso estamos acostumbrados a pensar que tener más, a secas, es algo bueno.

Más y más y más, aunque ya haya, y haya tanto, mucho, parecen decir algunos, sumidos en la sensación de que todo es poco aunque sea mucho, y que no alcanza, aunque en verdad sobra, y que si sobra tiene que sobrar más todavía, más y más, pareciera que están diciendo los que tienen tanto y siguen por más y más, y más todavía, aunque sea demasiado, porque siempre es poco, porque es un barril sin fondo la insatisfacción.

Cuando el diablo está satisfecho, es una buena persona, decía un escritor irlandés.

Allá el diablo, pero cuándo, ¿cuándo estarán satisfechos los insatisfechos de este mundo?

http://www8.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=989414

20 de febrero de 2009

Motivos de estrés


El lector preocupado
Motivos de estrés


Por Mex Urtizberea

Viernes 23 de noviembre de 2007 “Pero ya que hay que escribir, que al menos no aplastemos con palabras las entrelíneas”.
Clarice Lispector

Iba a escribir algo sobre el estrés en las fiestas, un tema clásico para cuando se acerca el mes de diciembre, que vale la pena tratar en todas sus aristas; pero una mujer en Arabia Saudita, que había sido violada por siete hombres, fue sentenciada por la justicia a seis meses de cárcel y doscientos latigazos, por encontrarse en ese momento violando la segregación de sexos. Ella, la mujer violada por un grupo de hombres, ahora azotada doscientas veces porque así lo indica una ley hecha por otro grupo de hombres.

Pasará la noticia, y será del olvido, hasta que otra mujer vuelva a ser violada y azotada, y olvido otra vez.

Lo que quería comentar es que, seguramente, lo que estresa de las fiestas es tener que decidir si festejarlas con la familia de uno, o con la familia de la esposa de uno, juntar o no juntar a las dos familias, y también la elección del menú y de los regalos para el arbolito. Pero un chico nigeriano de catorce años llegó a España después de sobrevivir dos semanas en el eje del timón de un barco, al atravesar el mar tratando de escapar de la pobreza que la historia ha provocado en su continente; y cuando las autoridades lo interpelaron, él explicó, simplemente, que había dejado su país y llegado hasta allí porque quería aprender a leer y a escribir.

El, el pequeño nigeriano, desheredado de futuro en su tierra, arrojado al mar por su destino, ahora mendigando permiso para aprender a leer y escribir en el rico continente.

Pasará la noticia, y será del olvido el chico de Africa, y el resto de los inmigrantes que han sido noticia este año por morir en el intento, o por el maltrato recibido allí donde fueron a buscar cobijo.

Con gusto me había sentado a escribir algo sobre la sensación de urgencia que nos invade en diciembre, por las fiestas que se avecinan y el año que termina, el estrés de tener que ultimar detalles laborales, los exámenes de los hijos, organizar las vacaciones, pero los olvidados llaman desde el olvido y es como un timbre que sonara insistente en la puerta. Y es un timbre que el mundo no escucha, y es una puerta que el mundo no abre, y es un mundo que no deja que pasen los que están afuera.

Pasarán pronto estos días que quedan de noviembre. Y pasará diciembre con sus fiestas y su estrés por las fiestas. Y pasarán, a lo mejor, los años, y seguirán quedando en el olvido los olvidados de siempre; pues el mundo esta preocupado en otros asuntos, mareado del estrés que provoca lo urgente, lo que no puede esperar, lo que tiene que ser resuelto sin más vueltas, nervioso por cosas verdaderamente importantes.

Se me había ocurrido un buen chiste para el final de una columna sobre el estrés de las fiestas, y se me borró de repente.

http://www8.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=964641

19 de febrero de 2009

El lector adolescente. Día del Estudiante


21/09/2007 volver

El lector adolescente. Día del Estudiante

"Qué mundo maleducado: no se preocupa de que haya cerca de 125 millones de chicos que no van a la escuela." María Rosa Martelli, quiosquera de Villa Crespo
QUE nadie quede afuera. Que ninguno haya desertado. Que ninguno no se haya anotado. Que no haya adolescentes que no van a la escuela.

Por todos los barrios, en cada pueblo, en las zonas rurales, urbanas, conurbanas, que la escuela vaya apasionadamente a buscarlos, si ellos no van a la escuela.

De a miles, de a montones, de a poco, de golpe, que vuelvan los que la han abandonado, que empiecen los que nunca la empezaron.

De Norte a Sur y de Este a Oeste, que acudan a las escuelas como quien va en busca de su destino.

De todos los ámbitos, de todas las formas posibles, que todas las voces insistan con que los chicos tienen que ir a la escuela.

Y que para ellos haya libros a mano, que las bibliotecas sean una fiesta, un festín de mapas las mapotecas. Y que para ellos haya estufas en las aulas, hojas en las carpetas, computadoras en las salas de computadoras.

Que nadie quede afuera.

Que no haya adolescentes que no van a la escuela por culpa de la pobreza y la marginalidad.

Que se multipliquen las becas, los subsidios para proyectos educativos de inclusión, los esfuerzos para contener lo que se acusa de descarriado.

Que no haya adolescentes que no van a la escuela porque les han hecho creer que no es para ellos, tan descreídos de que un futuro mejor es posible.

Que nadie dude de que la escuela salva. Que ninguno deje la escuela por haber repetido. Que ninguno sea expulsado. Que ninguno sea excluido. Que nadie quede afuera. Que rebalse el aire de talleres, de cursos, de excursiones, que se respiren clases por todas partes y a toda hora.

Que mañana mismo pueda ir a anotarse quien quiera, que todos los días del año empiece el ciclo lectivo. Que ninguna escuela quede lejos.

De la misma forma en que se hacen las revoluciones, de la misma manera en la que se pone fin a lo imperdonable, todas las pasiones deberían aunarse, todos los desvelos deberían juntarse, para que no haya chicos en la calle, sino en la escuela.

Que ninguno haya desertado. Que ninguno esté ausente. Que ninguno no se haya anotado.

Y que la escuela sea la casa de todos, que la escuela sea la patria, un mundo propio para defenderse del mundo, para insertarse en él, para modificarlo.

Y que en cualquier turno y no importa en qué módulo, en los primeros años o en los últimos, en cada materia y en los recreos, la escuela sea lo más parecida posible a la felicidad.

Que los estudiantes tengan un inolvidable Día del Estudiante, y que llegue urgente el día en que ningún chico quede fuera de los festejos. © LA NACION

Por Mex Urtizberea
https://www1.lanacion.com/nota.asp?nota_id=945891

18 de febrero de 2009

Conversar un poco


Conversar un poco
Por Mex Urtizberea
Para LA NACION
Viernes 2 de noviembre de 2007 Publicado en la Edición impresa



Los matrimonios jóvenes no se imaginan lo que deben a la TV. Antiguamente había que conversar con el cónyuge. Isidoro Loi

De pronto esta noticia en los diarios: un estudio reveló que conversar diez minutos con otra persona cada día ayuda a mejorar la memoria y el desempeño intelectual.

De pronto esta noticia y la necesidad de conversar sobre esto: el mundo debería ser un lugar más conversado.

Que todos se sienten a conversar, que nadie quede afuera de las conversaciones, que todo entre en conversación con todo.

El presente que converse con el pasado, que conversen entre sí las diferentes culturas, que las instituciones conversen un poco con sus errores históricos.

Los mandatarios con otros mandatarios, que abandonen sus formales sillones donde conversan sin conversar realmente y hablen de lo que de verdad hace falta, aunque no sea elegante.

Que entablen conversaciones los dirigentes con sus pueblos y los pueblos con sus dirigentes, y nadie sea el único dueño de la palabra, sino mitad de cada uno.

De pronto este estudio que invita a conversar y que sostiene que cuanto más alto es el nivel de interacción social mejor es el funcionamiento cognitivo.

Que conversen abiertamente los padres con sus hijos y los hijos con sus padres, los empleados con sus jefes y los jefes con sus empleados, hasta llegar a lo que es justo; que conversen los que se odian antes de matarse. A lo mejor, hasta siguen vivos.

Y que a los chicos a veces los dejen conversar en la escuela, y conversen los compañeros de oficina y de paso que se converse de algo en los ascensores. Que no sea sobre el clima.

De pronto lo ha dicho la ciencia, la conversación sirve para uno, para ejercitar la memoria y para el desempeño intelectual, y sirve para el otro. Todos ganan.

De pronto, la necesidad de conversar sobre esto: que sean las palabras las guerreras, que sean palabras y no sangre, y que de tanto peso una palabra valga más que mil imágenes, que de tanto peso una palabra sea un contrato.

Y que si quiere el viento después se las lleve, porque ya dejaron su huella.

Sólo valen las palabras; el resto es charlatanería, decía el genial Eugene Ionesco, que batalló contra el sinsentido del mundo y del lenguaje, y lo hizo con palabras.

De pronto lo ha dicho un estudio de una universidad prestigiosa: conversar para tener memoria y para ser más lúcidos.

De pronto, la urgencia de entablar conversaciones, de conversar con los que no entienden, para que entren en razones; de que se converse sobre lo que nunca quiere ser ni mencionado.

Que todos se sienten a conversar, que nadie quede afuera de las conversaciones, que nada quede sin ser conversado.

Y entonces sí, en un mundo más conversado, que el silencio sea un lugar que se elige, más parecido a un paraíso que a una pesadilla.

Por Mex Urtizberea
Para LA NACION

https://dp-www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=987447

17 de febrero de 2009

Las cadenas que la patria no rompió


El lector del acto
Las cadenas que la patria no rompió
Por Mex Urtizberea
Para LA NACION

Viernes 25 de mayo de 2007 Publicado en edición impresa


Permítame el lector este recuerdo. El acto por el 25 de mayo acababa de comenzar para todos los chicos de la primaria que estábamos en el salón, junto a padres y docentes.

El telón se abrió y una nena disfrazada de Patria subió al escenario. Llevaba una túnica blanca, un gorro frigio y las muñecas encadenadas. De inmediato, adiviné el truco: dos pedazos de cadenas, una en cada mano, atadas en el medio por un hilo.

Ubicados también en el escenario, podía verse a distintos representantes del pueblo (una mazamorrera, un criollo, un mulato, una lavandera, un hombre con una pluma en la mano y un libro bajo el brazo). La nena disfrazada de Patria se acercaba a cada uno de ellos para preguntarles qué soñaban, y todos contestaban lo mismo: queremos ser libres.

Una vez terminada la ronda de consultas, la Patria se paró en el centro del escenario, abrió sus brazos para romper las cadenas que le ataban las manos y gritó: somos libres.

Pero entonces ocurrió lo inesperado.

Lo que no tenía que suceder.

Ocurrió que las cadenas no se rompieron.

La nena vestida de Patria tironeó de nuevo.

Y nada.

El silencio del salón era absoluto, salvo por algunas risitas que empezaron a oírse, aisladas, y después no tan aisladas, de alumnos y padres.

La nena vestida de Patria estaba cada vez más colorada por la fuerza que hacía para romper las cadenas, más la vergüenza, supongo.

Y no se rompían.

Ninguno de los representantes del pueblo que estaban sobre el escenario atinó a ayudarla, desconcertados ellos también porque el truco hubiera fallado, y sin voluntad, tampoco, para acercarse y formar parte del papelón. Creo incluso recordar que el de la pluma se tapó la cara con el libro. Y que la mazamorrera se evadió del asunto contando sus mazamorras.

Allí estaba la Patria, tironeando de sus cadenas, sola, ante las miradas mitad piadosas, mitad burlonas del público.

Allí estaba, sin poderlas romper.

Sola, en el centro del escenario, no sé si duró un minuto, o un siglo.

La directora desde un costado gritó telón.

Y el telón se cerró, dejando como último recuerdo a la Patria encadenada.

Después se supo, por rumores, lo que había pasado: la maestra encargada de atar los dos pedacitos de cadena con un hilo, distraída con todos los preparativos del acto, no había usado hilo sino un alambre. Para nuestra Patria tan niña, con su fuerza de corta edad, un alambre era imposible de romper.

No supe mucho más. No sé tampoco, no lo recuerdo, si fui de los que se rieron o de los que sintieron piedad. Incluso, a veces me pregunto si no habré sido el de la pluma que se tapó la cara con el libro, o la mazamorrera que se evadió del asunto contando sus mazamorras.

Han pasado cerca de cuarenta años de ese acto del 25 de mayo, y pronto habrán pasado doscientos años de aquel 25 de mayo de 1810, y tengo aún la sensación de que detrás del telón hay una Patria en soledad esperando que se le dé una mano.

Por Mex Urtizberea

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=911447

16 de febrero de 2009

Lo que dure el amor


El lector transitorio
Lo que dure el amor


Por Mex Urtizberea

–¿Cuál es su fantasía, Bety?

–Acostarme y levantarme con la misma persona toda la vida.

–Caramba, su imaginación no tiene límites. (Tute.)


Alguna vez, las cosas fueron para siempre. Los vasos duraban toda la vida. Los juguetes eran eternos. Una heladera permanecía inmutable décadas y décadas en la misma cocina. El hombre mantenía su lugar de trabajo hasta el resto de su vida o, al menos, hasta que la jubilación los separase. El matrimonio era hasta la muerte.

Algo cambió y las cosas cambiaron. Los vasos duran una fiesta. Los juguetes sucumben en la primera embestida. La heladera dura hasta que aparece una más moderna, o hasta que se rompe y es más aconsejable comprar una nueva que arreglarla. Los trabajos son temporarios, por decisión de los mercados o por decisión del que trabaja, que muchas veces prefiere cambiar los horizontes para enriquecer su vida. Y una diputada alemana, que pertenece al partido más conservador, acaba de plantear como proyecto que el matrimonio dure legalmente siete años, porque se ha calculado que es más o menos lo que dura el amor: luego de ese lapso, propone que el contrato matrimonial se venza; quien quiera renovarlo, lo puede renovar; quien no lo renueva, queda desvinculado de su pareja sin trámite mediante. Así habrá menos divorcios, dice.

Ya nada es para siempre. Ni el amor ni el trabajo ni las heladeras.

La discusión de si es mejor o peor así es una de las pocas cosas eternas que siguen existiendo; por lo demás, sólo un puñado de cosas parecen decididas a ser perpetuas, inamovibles, intactas, para toda la vida: los tatuajes, la elección del cuadro de fútbol, el capitalismo (aunque lo disimule mutando en distintas formas), y la policía, tal como afirmaba Honoré de Balzac: “los gobiernos pasan; las sociedades mueren; la policía es eterna”.

Alguna vez, las cosas fueron para siempre, y algo cambió, que las cosas cambiaron.

Con un promedio de vida que aleja la muerte, los tiempos del ser humano han cobrado nuevos sentidos; con la desconfianza de que exista una vida después de ésta, también. Las fechas de vencimiento se han modificado (se han adelantado, en algunos casos, y se han postergado en otros), las ofertas se han multiplicado y las decisiones han dejado de tener que ser para siempre; ahora son decisiones temporales.

Si es mejor así o si es peor así, es una discusión que quizá dure eternamente.

Mientras tanto, el amor va a durar lo que dura el amor (toda la vida, siete años, veinte minutos... ¿quién puede establecerlo?), y las heladeras, el tiempo que se les ocurra a los benditos fabricantes.

Por Mex Urtizberea

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=991379

Papá Noel limpiavidrios


El lector navideño
Papá Noel limpiavidrios
Por Mex Urtizberea

Soy de los que creyeron en Papá Noel. No me sentí estafado cuando supe la verdad, porque entendí que esa fantasía había valido la pena. En definitiva, lo de Papá Noel no es más que el primero de una serie de engaños que nos tejerá la vida para hacernos felices: una mujer amada nos dice que somos hermosos, aunque no lo seamos, para dejarnos contentos; un hijo nos dice que somos el mejor padre del mundo, aunque no sea cierto, para hacernos sentir bien; alguien nos asegura que hay una vida mejor después de esta, aunque no tenga pruebas concretas, pero nos quita, al menos por un momento, la angustia de la muerte.

Soy de los que creen que cada tanto estar más cerca de la fantasía que de la realidad es muy enriquecedor.

(De hecho, quise hacerle creer a mi hija que Papá Noel existía y que cada Nochebuena le iba a traer regalos a ella y a todos los chicos del mundo. No tuve éxito; lo primero que me preguntó fue: “Pero ¿de dónde saca la plata para comprar tantos regalos?”. No supe qué contestarle, y ahí se destapó todo.)

Soy de los que creen que, por más fantasiosos que podamos ser, tarde o temprano la realidad irrumpe, y es una oportunidad para volver a pensar el mundo.

En la esquina de la avenida Libertador y avenida Bullrich hay un Papá Noel esperando. Cuando el semáforo se pone en rojo, se acerca a los autos para limpiarles el vidrio. La escena me llama la atención porque es la primera vez que veo un Papá Noel que trabaja.

No es el Papá Noel que sonríe en las publicidades, sin preocupaciones y rozagante, ni el de las películas norteamericanas con su brillo y su trineo. Es un Papá Noel limpiavidrios, al rayo del sol todo el día con ese traje de invierno, por unas pocas monedas.

Los chicos del auto de adelante se agolpan en la ventanilla para verlo, no sé qué piensan, pero sospecho que la realidad ha irrumpido frente a sus ojos.

Soy de los que creen que estar cerca de la realidad, sensibilizado con ella, puede servir de mucho.

Veo en un shopping de esta capital a un Papá Noel musculoso y de ojos azules que canta en inglés una canción de Navidad en el escenario del patio de comidas. Enseguida pienso en esto: un lector me escribió días atrás para contarme que el gerente de un shopping de la zona oeste hizo despedir al Papá Noel que tenían hace varios años, por viejo. Si no será discriminación, me pregunta el lector, si se podrá hacer algo.

Soy de los que creyeron en Papá Noel, y de los que se dejan tentar con los mundos de fantasías, ese lugar en donde todo es perfecto.

Soy también de los que creen que a lo mejor cada tanto hay que alejarse de las fantasías individuales y acercarse a la realidad, para tomar conciencia de que este mundo en el que vivimos es demasiado injusto

http://www8.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=972848

15 de febrero de 2009

MUY COMUNICADO


El lector en su era
Muy comunicado
Por Mex Urtizberea
Para LA NACION

Viernes 15 de febrero de 2008

Ahí están en este bar, en la mesa de al lado, dos amigos, frente a frente, tomando un café. Uno habla por celular, el otro parece estar mandando mensajes de texto. Cuando el que habla corta, es al otro al que le suena el teléfono. El que cortó revisa ahora su correo de voz. Frente a frente, todavía no han hablado una sola palabra entre ellos.

Sin ninguna melancolía lo digo: hubo un tiempo en que para llamar a alguien había que tener un cospel. Y para conseguir un cospel había que buscar un negocio que los vendiera. Y que el negocio estuviera todavía abierto. (Un amigo me cuenta que, en su barrio, los compraba en la peluquería de Don Nicola, el único que no cerraba a la hora de la siesta. Pero que sólo vendía dos por persona, para que a nadie le faltara después; y que era inútil insistir para que despachara alguno más: el teléfono es para avisar algo urgente, repetía como un rezo; si quiere conversar, vaya a la casa y hágalo en persona.)

Pero aun con el negocio abierto y el cospel en la mano, todavía quedaba rogar que el teléfono público no lo tragara. Y si el teléfono andaba, rogar que la persona a quien llamábamos se encontrara en la casa, y no en la calle como nosotros, ya que de lo contrario la comunicación era imposible.

En tal empresa había que embarcarse para acariciar el alivio de escuchar la voz del otro y expresar aquello que uno quería expresar; así de incomoda era la cosa para estar comunicados. Si uno quería encontrar a alguien para conversar como por casualidad, no tenía la posibilidad del chat . Tenía que salir a buscarla a pie, en auto, colectivo o bicicleta. Así de sacrificado era comunicarse.

De querer mandar un mensaje de texto, corto y sintético, había que llegarse hasta un correo y dictarle a un empleado el telegrama.

Y con la carta de carne y hueso, la cosa tampoco era sencilla: acercarse a un buzón y dejarla ahí, después de haberla escrito con dedicación, pasado en limpio más de una vez porque la letra no estaba del todo clara o porque de alguna palabra nos arrepentíamos y nunca fue elegante tachar. Dejarla en el buzón, tan huérfana hasta que alguien viniese a recogerla y la llevara hasta el destinatario.

No hay la más mínima añoranza en esto que digo: hubo un tiempo en que la comunicación no era cuestión de apretar un botón, sino de poner el cuerpo. Era un esfuerzo estar comunicados.

Ahora, en cambio, todo es tan fácil y sofisticado: podemos comunicar nuestras palabras casi en el mismo momento en que se nos cruzan por la cabeza.

Lo que asombra, lo que llama la atención, es que aun así de hipercomunicados, aun cuando las palabras van y vienen con inmediatez y eficiencia, el mundo no parece funcionar entendiéndose mejor, escuchándose, conectándose, comprendiéndose; vienen y van las palabras, pero no parecen llegar, realmente.

Ahí siguen los dos amigos, frente a frente, cada uno hablando por su celular, los dos hipercomunicados, como nosotros, como el mundo entero, fanáticos de los canales de comunicación, y tal vez sin tener mucho para decirnos.

https://dp-www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=987447

14 de febrero de 2009

CADA AÑO UN HOLOCAUSTO


Cada año un holocausto
Por Mex Urtizberea
Para LA NACION
Noticias de Opinión: anterior siguiente
Viernes 25 de noviembre de 2005 Publicado en edición impresa


Uno se entera de lo que informó un organismo de la ONU: seis millones de niños mueren cada año en el mundo a causa del hambre y la desnutrición.

No son los hijos de uno, pero es el mundo de todos, y uno intenta encontrar a quién hacer responsable.

Uno duda si será culpa del comunismo o del capitalismo o del socialismo o del imperialismo o del anarquismo o del neoliberalismo o del progresismo o del colonialismo o de los nacionalismos o de los separatismos, de nadie, de todos, de algunos, de uno.

Uno piensa si será responsabilidad del "eje del mal" o del "eje del bien", o del eje Buenos Aires-Caracas, o del G-5, o del eje franco-alemán, o del G-7, o del eje Castro-Morales-Chávez, o del G-8, o del G-3, o de nadie, de todos, de algunos, de uno.

Uno por uno, seis millones de niños mueren cada año a causa del hambre y uno se pregunta por qué, pues no puede ser porque Dios quiere.

Uno reflexiona si será culpa de la OMC o de la OCDE, o del Nafta, o del ALBA, o del ALCA, o del TLC, o del Mercosur, o del FMI, o de la globalización, o de los globalifóbicos, la posmodernidad, la hipermodernidad, el ciberespacio, de nadie, de todos, de algunos, de uno.

Uno analiza si será responsabilidad de los presidentes, los ministros de Economía, los gobernadores, los intendentes, los senadores, diputados, concejales, los ciudadanos, o de nadie, de todos, de algunos, de uno.

Uno puede defender un sistema, un rumbo, una corriente de pensamiento, negar sus defectos, realzar sus virtudes, pero el mundo se delata solo: si seis millones de niños mueren de hambre por año, hay algo que no se está manejando bien.

Pues no puede ser que estas muertes sucedan porque Dios quiere.

Uno especula si será responsabilidad de quienes manejaron el mundo en el pasado o de los que lo manejan ahora, o de los que no lo supieron manejar, o de los que no lo saben manejar en el presente, o de los que lo saben manejar demasiado bien, o de las invasiones, o de las revoluciones, o de las intervenciones, o de las expropiaciones, o de las privatizaciones, o de las estatizaciones, o de nadie, de todos, de algunos, de uno.

Uno sospecha si será culpa de la izquierda o de la ultraizquierda, o de la derecha, o de la ultraderecha, o del centro, o del ultracentro, o de la centroderecha, o de la centroizquierda, o de las dictaduras, o del terrorismo, o de las monarquías, o del individualismo, o de los totalitarismos, o de la burocracia, o la tecnocracia, o de la tierra que no da alimentos, o de nadie, de todos, de algunos, de uno.

Uno se pregunta si uno será responsable.

Si algunos son los responsables.

Si todos somos responsables.

Si nadie es responsable.

Si nadie es responsable, entonces uno puede quedarse tranquilo: seis millones de niños mueren de hambre y desnutrición anualmente en el mundo (un holocausto por año), porque sí.

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=759152

Ayudar a alguien


El lector solidario
Ayudar a alguien



Por Mex Urtizberea
Usted se levanta un día y decide ayudar a alguien.

A usted no hay nadie mirándolo, ninguna cámara lo está filmando, ningún premio le darán por hacerlo, nada va a ganar a cambio, y usted decide ayudar a alguien.

Usted no espera a que se haya organizado una colecta, usted no consulta si es la fecha en que hay que hacerlo, no vio por televisión una gran inundación ni un terremoto.

Usted se levanta un día y decide ayudar a alguien.

A usted no le sobra nada, usted no tiene tanto, usted trabaja y por eso tiene lo que tiene.

Nadie le regaló nada, no dispone de tiempo, y decide ayudar a alguien.

Usted se levanta un día, y a contramano de los tiempos que corren, de las ideas que circulan, más allá de lo que opinan los fanáticos del mercado, de lo que dicen los manuales de comercio, de lo que marcan las encuestas o indican las estadísticas, usted decide ayudar a alguien.

Usted no tiene la menor idea de si ganará el cielo por esto, no sospecha ni remotamente que se lo vaya a recordar por este gesto, a usted no le sacarán una foto, ni lo recibirán después con aplausos.

Usted se levanta un día y decide ayudar a alguien.

Y lo hace.

Así de simple: lo hace.

Usted no es un monje tibetano, no es un santo, no es necesariamente la persona más buena del mundo, no es el ser más espiritual de la tierra.

Usted no es de otro planeta, su paciencia no es infinita.

A veces se pelea con un vecino o sus hijos lo sacan de quicio.

No es zen, no es hippie, no es un millonario excéntrico que encontró en la filantropía su pasatiempo favorito, tampoco usted está al borde de la muerte y quiere hacer un bien antes de abandonar este mundo, y con total naturalidad decide ayudar a alguien.

Usted se levanta un día, y sin meditar los beneficios, sin analizar las ganancias, sin pensar el costo, sin anotarlo en una planilla ni dejarlo registrado en ninguna parte, sin intermediarios ni permisos, sin explicaciones ni preámbulos, como lo más natural del mundo decide ayudar a alguien.

Usted no se ha vestido de gala, no anda con muchas vueltas, no lo pensó durante años, no lo charló con un secretario ni con un jefe, y decide ayudar a alguien.

Usted tuvo una vida color de rosa, usted no tuvo una vida color de rosa, a usted nunca nadie lo ayudó, a usted una vez lo ayudaron, usted es hombre, usted es mujer, usted es padre, madre, no es madre, no es padre, y decide ayudar a alguien.

Usted se levanta un día, y no es el cumpleaños de nadie, ni el aniversario de nada, ni la conmemoración de ninguna cosa, no viene al caso por algo en particular, no tuvo un sueño revelador, ni una pesadilla en la que vio el túnel y la luz, tampoco un rapto místico.

Usted se levanta un día y decide ayudar a alguien.

Y lo hace.

Así de simple, lo hace.

Sin más.

Más ser humano que otra cosa.

Usted se va a dormir y ayudó a alguien.

Usted se levanta al día siguiente, y el mundo ya ha cambiado en algo.

Por Mex Urtizberea

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=923298

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