CFK: estamos en una Argentina recuperada por los argentinos y para los argentinos.
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Palabras de la Presidenta en Villa Martelli, Vicente López, provincia de Buenos Aires viernes, 12 de junio de 2009
PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ, DURANTE SU VISITA A LA COOPERATIVA DE TRABAJO "LOS CONSTITUYENTES", EN VILLA MARTELLI, PARTIDO DE VICENTE LÒPEZ, EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES.
Muchas gracias compañeros y compañeras; señor Gobernador de la provincia de Buenos Aires; señor Intendente de Vicente López; señor presidente del Movimiento de Fábricas Recuperadas; trabajadores y trabajadoras: no tiene que agradecer en absoluto, señor presidente, la presencia mía aquí, al contrario, soy yo la que tiene que agradecer a ustedes la presencia activa, que tuvieron durante todos estos años defendiendo precisamente lo que constituye uno de los ejes, sino el principal, de nuestro Gobierno, que es precisamente trabajo y producción, las dos políticas que han constituido, sin lugar a dudas, lo distintivo de este proceso que se inició el 25 de mayo del año 2003. (APLAUSOS).
Aquí, en esta fábrica de Villa Martelli, recuperada por sus trabajadores, hoy produciendo 7 mil toneladas mensuales, de distintos tipos de caños, de chapas planas, con el doble de la dotación de trabajadores, que tenían cuando quebró. Ustedes, hombres y mujeres de distintas fábricas recuperadas con distintas actividades: curtiembres, como la de Hurlingham que el otro día quiero agradecer el cuero de vaca, que me regalaron, es muy hermoso y yo se que me lo regalaron para Calafate y ahí va a estar, en Calafate, un producto de fábrica recuperada. (APLAUSOS).
Como recién la gente que me hablaba de Corrientes, de la única fábrica de Gatic, que todavía está en pie, y que tiene más de 200 trabajadores uno podría hablar de números; de los más de cuatro millones de puestos que hemos generado en estos seis años, del crecimiento económico más importante del que se tenga memoria en toda nuestra historia como país; de esta política que hoy - frente a una crisis global - estamos desarrollando de distintas formas con participación de los trabajadores también, como el caso de la Papelera Massuh, en quilmes, donde fuimos allí también a recuperar una fuente de trabajo, que se estaba por cerrar y que no solamente significaba más de 600 argentinos sin trabajo, sino también mayor concentración del mercado en la actividad papelera, lo que finalmente luego impacta -como todos sabemos - en la competitividad, en los precios poniendo dinero en fábricas automotrices, que lo necesitan para seguir manteniendo el trabajo calificado y el nivel de exportación. También buscando compradores para fábricas que no se cierran, distintas formas de intervención y de presencia, pero con un solo objetivo: que no se pierda un solo puesto de trabajo y seguir manteniendo el nivel de producción. (APLAUSOS).
Yo quiero hoy decirle, señor presidente, que vamos a estudiar ese proyecto de modificación de la Ley de Quiebras, y vamos a impulsar todos los instrumentos que tiendan precisamente a la preservación y a la continuidad de la empresa porque esa - yo también soy abogada - y ese siempre ha sido el espíritu de todos aquellos que han desarrollado el tema de las quiebras y que es la continuidad de la empresa, que no solamente garantiza a los trabajadores la continuidad del trabajo, sino que también conviene al resto de la sociedad. Porque aquellos que son acreedores de la empresa necesitan que la empresa siga produciendo y siga teniendo, o comience a tener rentabilidad, para poder cobrar sus deudas; los trabajadores para poder cobrar su salario y entonces la rueda de la economía, que necesita de trabajadores y empresarios; de consumo e inversión produce la maravilla de crecer, a partir del esfuerzo de una sociedad y del grado de inversión que esa sociedad pone para mantener y hacer acrecentar aún la actividad económica.
Hoy podríamos seguir hablando muchas horas acerca de cifras, de la infraestructura que también generó millones de puestos de trabajo y que ayuda a toda la actividad económica; el señor Intendente de Vicente López y el señor Gobernador hablaban del plan de obras más importante del que se tenga memoria, en Vicente López. Y es cierto, podríamos hablar de las obras hídricas que se hicieron en el centro de nuestro país, en la región central, que permitieron recuperar más de 1 millón de hectáreas en todo lo que es la provincia de Córdoba, Santa Fe y norte de la provincia de Buenos Aires, pero yo quiero, en esta tarde de encuentros, en este lugar de trabajo, en el taller de una fábrica, terminar mi intervención de hoy con historias de vida porque la economía suelen ser cifras, datos duros, pero detrás de esos números se esconden tragedias, vidas, dramas cotidianos.
Recién el señor presidente del Movimiento de Fábricas Recuperadas me contaba su historia: abogado, hijo de un delegado de la UOM, de la fábrica Ferrum, de Avellaneda, nació en una villa de Avellaneda, en Villa Corina y, hoy, orgullosamente me decía: "soy abogado, especialista en quiebras, pero del lado de los trabajadores, ayudando a los trabajadores". (APLAUSOS). Cumplió con lo que yo digo, es el deber que tenemos todos aquellos que siendo hijos de trabajadores tuvimos la suerte de poder llegar a tener una carrera universitaria en la universidad pública nacional y gratuita, universidad pública, nacional y gratuita que sostienen millones de argentinos como ustedes, trabajadores, que tal vez no han podido llegar a la universidad.
Esto nos obliga a nosotros, a los que tuvimos la suerte de acceder a la capacitación universitaria, no solo en la defensa de los intereses del país, sino además en la defensa de los intereses de aquellos que con su esfuerzo y con su sacrificio, sostuvieron nuestros estudios aunque tal vez ellos nunca puedan llegar a tener acceso a esa universidad. (APLAUSOS)
Siempre he hablado del compromiso que debemos tener los que hemos tenido la suerte de poder acceder a los bienes que otros no han podido, la obligación moral que tenemos para con el resto de la sociedad.
Y la otra historia, la historia que cuando llegué me contaron y que se parece mucho a la historia de la Argentina de estos últimos seis años, la historia de Luís, que debe andar por ahí.
Luís era un obrero de esta fábrica, de esta cooperativa "Los Constituyentes", y fue despedido en el año 2001. Allí sus compañeros después se quedaron en la fábrica y comenzaron toda la tarea y lo volvieron a encontrar a Luís, en el año 2004, en la calle -me contaba él-, una noche de lluvia, era cartonero y lo trajeron de vuelta aquí, a la fábrica.
Hoy Luís es obrero orgulloso de esta fábrica, ha podido comprar su casita, tiene su auto y mantiene a su familia. Es la historia de millones de argentinos la de Luís. (APLAUSOS)
Hay millones de Luises en la República Argentina que habían quedado a la vera del camino y que estos años de crecimiento, de trabajo y de producción, permitieron que vuelvan a tener la dignidad que tiene que tener todo ser humano.
Además de Luís, hay millones también de hombres y mujeres que pudieron jubilarse porque este Gobierno impulsó cubrir a aquellos que habían quedado fuera porque no habían aportado, por despido o por patrones inescrupulosos. Ellos también son Luises, Luises que habían quedado a la vera, los Luises que solamente iban al colegio para comer y no para estudiar; los Luises que habían perdido la posibilidad de tener una beca para poder acceder a la universidad.
Es la historia de nosotros y hemos sido nosotros mismos, los argentinos, que, con esperanza, con ilusión, con trabajo, con esfuerzo y con confianza en nosotros mismos, hemos revertido.
Por eso, hoy aquí no estamos solamente en una fábrica recuperada, estamos en una Argentina recuperada por los argentinos y para los argentinos. (APLAUSOS)
Vamos a seguir trabajando con el mismo esfuerzo, con el mismo compromiso, representando los intereses de todos aquellos que saben que es necesario construir una sociedad solidaria, justa y equitativa que dé igualdad de oportunidades a todos.
Una y mil veces lo voy a repetir: es nuestra obligación como gobernantes garantizar la igualdad de oportunidades, las que alguna vez tuvimos en una Argentina que allá por la década del '50 llegó a ser la primera economía latinoamericana en grado de producción, de inversión, de tecnología, de universidades, de estudio, de capacitación.
Sueño, lo charlábamos recién, con volver a la Argentina del fifty-fifty, mitad para el capital y mitad para el trabajador, porque eso hace a la sociedad más igualitaria y lo venimos haciendo negociando convenciones colectivas, derogando la "tablita de Machinea". Yo cuando hoy escucho a hablar a algunos digo qué poca memoria, era la época de los descuentos a los trabajadores, los descuentos a los jubilados y de los impuestos a los buenos salarios que significó todo eso.
Pero aquí estamos, no para recordar lo que se hizo mal, sino en todo caso, para tener presente todo eso en la memoria y no permitir nunca más que en la Argentina haya dirigentes o gobernantes que crean que la solución está en que el pueblo sufra y en la aplicación de políticas de ajuste.
Yo me comprometo como Presidenta de todos los argentinos, como siempre lo he hecho toda mi vida, siendo legisladora quedando muchas veces en soledad con planteos que me decían que los decía porque era opositora porque eran cosas imposibles de realizar, me quedo con la defensa irrestricta de esas ideas que pudimos llevar a la práctica.
No somos genios, no somos iluminados, simplemente somos argentinos convencidos de que lo mejor que tenemos es el pueblo y que es posible desarrollar un proyecto nacional y popular aún en un mundo global. (APLAUSOS)
Por suerte los tiempos están cambiando, no solamente cambiaron para la Argentina, sino también cambiaron para el resto del mundo, se derrumbaron paradigmas. Yo decía el otro día que si alguien me hubiera dicho hace unos años que íbamos a poner dinero para salvar a una empresa multinacional que, además fue estatizada en Estados Unidos, me hubieran dicho que estaba delirando. Pero eso es así, el mundo ha cambiado y no ha cambiado para el lado que decían ellos, está cambiando para el lado que siempre sostuvimos nosotros.
Por eso digo, con la certeza de los resultados, con la fuerza de los hechos, de las realizaciones, de la gestión, de las cosas que podemos ver, tocar, demostrar en estos seis años de gestión, con esa legitimidad, que hoy estamos aquí, frente a ustedes, para renovar una vez más el compromiso de seguir recuperando más trabajo, más producción, más dignidad, más patria y, en definitiva, recuperar la historia de los argentinos.
Muchas gracias y felicitaciones a todos los trabajadores y trabajadoras que con confianza, con orgullo, con solidaridad, han vuelto a poner en marcha fábricas que habían cerrado sus puertas.
¡Vamos por más, todavía!
Muchas gracias. (APLAUSOS)
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Amantes del ajuste - Jun 13
Sábado, 13 de Junio de 2009
ECONOMIA › PANORAMA ECONOMICO
Amantes del ajuste
Por Alfredo Zaiat
El concepto de ajuste es uno de los más arraigados en el discurso del pensamiento económico convencional. Parte de la idea de que el mercado define un equilibrio perfecto entre las principales variables. Afirma que la alteración de ese sendero virtuoso requiere entonces de correcciones permanentes para acercarse a ese estadio óptimo de funcionamiento de la economía. Ya se ha probado a lo largo de la historia de la humanidad que la felicidad absoluta no existe. Del mismo modo, también ha quedado demostrado que esa armonía suprema de la economía es una quimera. Sin embargo, la ortodoxia y no pocos heterodoxos, que incluso critican esa visión neoclásica, convalidan esa noción al convertir el ajuste como rector de la política económica. Si el ajuste pasa a ocupar la centralidad de una estrategia es porque se piensa que la economía puede alcanzar equilibrios permanentes. Sin embargo, la realidad es un poco más compleja que los modelos y las identidades básicas que ofrece la ciencia económica. Estas resultan un interesante aporte para ordenar el entendimiento de fenómenos complejos, pero transformarlas en dogmas es una característica distintiva de los amantes del ajuste. Como la economía tiene una tendencia al desequilibrio puesto que es un rasgo distintivo de su propia dinámica, el ajuste es la recomendación insistente de esa corriente de economistas. No están en condiciones de proponer otra vía que no sea la del ajuste porque están en búsqueda de una conciliación general de las variables, aunque se sabe que no existe. Por eso reiteran una y otra vez acerca de la necesidad del ajuste. Su insistencia tiene el respaldo teórico que construye una concepción ideal de la economía, que ha provocado una profunda distorsión en la comprensión y posterior manejo de los problemas que enfrenta esa ciencia. El pensamiento dominante se abraza al fundamentalismo del modelo equilibrio-ajuste, pero en el área de la economía se expresan intereses enfrentados de sectores sociales y que tienen su manifestación en pujas políticas. Si se excluyen esos factores, el esquema lineal del ajuste queda convalidado y para ello no debe haber conflictos sociales ni reclamos sectoriales ni el universo de la política.
En estos días de pasión electoral se presenta una vocación impúdica por el ajuste por parte de los economistas del establish-ment, adelantando lo que ellos consideran el inevitable desenlace del día después. También es cierto que acompañan esa idea algunos heterodoxos y grupos técnicos que habitan despachos oficiales. Los primeros, además de la militancia por las recetas del fracaso en beneficio de unos pocos, pueden utilizar esa herramienta discursiva como estrategia para captar votos. Pero los segundos han quedado atrapados en esa lógica autodestructiva. En algunos círculos del progresismo existe una apropiación selectiva de la agenda de cambio, donde el fácil discurso acerca de mejorar la distribución del ingreso viene acompañado por las advertencias sobre la necesidad de prudencia fiscal.
La ortodoxia defiende y pretende aplicar las tradicionales políticas contractivas encaminadas a reducir el gasto público, restringir el crédito y la liquidez, y presionar para que se concrete una reducción generalizada de los salarios. Axel Kicillof señala en Fundamentos de la Teoría General. Las consecuencias teóricas de Lord Keynes que “tanto en un contexto de inflación como de alta desocupación, la contracción es la panacea de la ortodoxia, porque supone que cuando el mercado actúa por sí mismo es infalible; de modo que la respuesta consiste en evitar toda intromisión en sus mecanismos”. En referencia a otro momento histórico, pero que se hace presente en el actual debate sobre el sendero futuro de la economía local, Kicillof destaca que “Keynes, en cambio, consideraba que todos estos intentos ortodoxos estaban, en el fondo, dirigidos a restaurar las condiciones económicas del pasado, haciendo caso omiso a las transformaciones recientes”. Y agrega, como si estuviera participando de las polémicas de estos días, que “para Keynes, por el contrario, la renovada capacidad del Estado para intervenir en la economía no debe tomarse como una malformación ni como una desgracia, sino que es uno de los productos genuinos e irreversibles del proceso de transformación económica”.
La corriente heterodoxa tiene el desafío de eludir el vicio ortodoxo del ajuste y reconvertirlo en una lógica de la expansión para no afectar los ingresos de los sectores vulnerables de la sociedad. La idea sencilla que ha pasado a ser un activo del sentido común es que ante las crisis se requiere apretar los cinturones. Fajas que son elegidas por los conservadores entre los grupos sociales más frágiles. En esa corriente se encienden entonces luces de alerta ante la merma del superávit fiscal, como si ese menor excedente fuera un síntoma de debilidad. Ese tipo de evaluación está contaminado por la concepción neoliberal de la economía. Ante la extraordinaria crisis internacional que ha impactado a nivel doméstico, aunque con menor intensidad que en otros países, se requiere de una estrategia de expansión descartando la del ajuste. La disminución del superávit fiscal es una medida prudente y compensadora para amortiguar los efectos negativos de la desaceleración de la actividad. Se trata de una política anticíclica, como reclaman economistas de vertientes diversas. Sin embargo, la reducción de ese superávit ha sido presentada por la ortodoxia como un factor preocupante y perturbador de la estabilidad. Incluso representantes de la administración kirchnerista han realizado esfuerzos mayúsculos para mostrar que las cuentas públicas siguen manteniendo superávit robustos.
Dentro de los estrechos márgenes de autonomía que ofrece una economía periférica, con traumáticos antecedentes de crisis recurrentes y aun con compromisos de deuda abultados, en un escenario con escaso acceso al crédito internacional, el superávit es una herramienta de política económica que busca ampliar esos estrictos límites. De todos modos, en períodos de transición para enfrentar coletazos de la crisis global y con considerables reservas en el Banco Central, la obsesión por preservar el superávit fiscal resulta tributaria a la concepción del ajuste. Por el contrario, la noción de expansión apunta a constituir un círculo virtuoso de crecimiento y en consecuencia de mayores ingresos que permiten justamente consolidar la solvencia fiscal. De ese modo se abre la posibilidad de ampliar los espacios de autonomía de la política económica.
El temor que algunos economistas heterodoxos les tienen a las críticas del pensamiento convencional no les permite romper con la hegemonía de la economía ortodoxa. Es cierto que el poder junto a sus voceros de la city, acompañados con entusiasmo por la cadena nacional de medios privados, resulta asfixiante. Pero, en realidad, quienes deberían estar con escasa capacidad respiratoria son los amantes del ajuste. Su pócima ya fue probada con desastrosos efectos sobre la mayoría, y a la vez se ha derrumbado su paradigma neoliberal con la caída del Muro de Wall Street. Dejar que la crisis y las vías para enfrentarla sean explicadas por los mismos que provocaron semejante desastre económico global sería un pecado de elevado costo para el pensamiento progresista. Para ello, además de pasar a ocupar el centro del escenario con convicciones firmes, se requiere apostar por la política de la expansión enterrando la idea del ajuste.
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http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-126577-2009-06-13.html
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