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19 de septiembre de 2009

Osvaldo Papaleo; habla de Papel Prensa


Osvaldo Papaleo
Testigo indiscreto

Foto: Veintitrés
17-09-2009 / En las audiencias públicas por la Ley de Medios sorprendió al reflotar un tema tabú de la prensa: cómo la dictadura le cedió Papel Prensa a Clarín. El trasfondo del negocio que cimentó el crecimiento del principal oligopolio mediático del país.

Por Franco Mizrahi

A Osvaldo Papaleo le gusta que lo presenten como “empresario cinematográfico y teatral”. Pero su historia también está ligada a los medios de comunicación. En público como ex de Irma Roy. Y como él mismo lo expuso en las audiencias públicas en las que se debatió el proyecto de Ley de Servicios Audiovisuales, fue testigo privilegiado de una de las operaciones más trascendentes de los medios locales: la cesión del control de Papel Prensa a Clarín y La Nación.

“A mí no me lo contaron. Yo lo viví”, enfatizó en los foros. Es que Papaleo, además de haber sido secretario de Prensa durante el gobierno de Isabel Martínez de Perón, es hermano de Lidia, la viuda de David Graiver, el banquero asociado a la organización Montoneros que fuera accionista de Papel Prensa, hasta su muerte, el 7 de agosto de 1976.

Papaleo, que estuvo detenido dos veces entre el ’76 y el ’77, fue testigo directo del proceso mediante el cual la dictadura de Videla se hizo de los bienes de la familia Graiver y negoció con los grandes diarios de entonces la compra del paquete accionario de la industria papelera, para cuya creación habían aportado muchos medios gráficos a partir del onganiato. Una historia poco conocida que explica la fundación del mayor monopolio de prensa argentino.

–¿Qué opina del proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que impulsa el Gobierno?

–Es un proyecto muy superador del decreto ley de Videla. Valoro mucho la voluntad política de votarlo. Desde el ’83, todos los gobiernos dijeron que iban a cambiar la ley de radiodifusión. Nunca se llegó a nada. Saldrá o será rechazada pero todo el mundo va a tener que opinar. Antes nadie se oponía porque no salía y no se trataba. El tema es sacarse la careta. Hay temas centrales de la vida social argentina, como Papel Prensa, que no se han discutido jamás. Un ejemplo de los que critican la nueva ley y apoyan la de la dictadura es Carmelo Astesiano Agote, miembro del Canal 3 de Rosario y actual tesorero de la Asociación de Teledifusoras Argentinas (ATA), presidida por Fontán Balestra. Astesiano Agote, capitán de fragata, fue un cuadro del masserismo que intervino Canal 13, el 24 de marzo de 1976.

–Usted dijo ser testigo de la adquisición de Papel Prensa por parte de los tres medios gráficos más grandes de la época.

–Mi hermana y toda la familia Graiver estaba presa y yo era tutor de su hija, María Sol (N. de R.: David Graiver, el padre de la niña, había fallecido al estrellarse el avión que lo trasladaba de Estados Unidos a México). Como todos estaban detenidos yo me hice cargo del tema. A mí me llamó Bernardo Sofovich (tío de Gerardo), abogado de Clarín, cuando salió el anuncio en los diarios de que había una asamblea en Papel Prensa, convocada por el Estado, en el ’78. Fui a la oficina que Sofovich tenía en Paseo Colón y Córdoba, y allí me reveló que Clarín, La Nación y La Razón se iban a presentar a esa convocatoria porque pretendían comprar acciones de la industria. Acciones que tenía el Estado, porque además de la parte que le correspondía había cooptado, vía el Acta Institucional, todos los bienes de los Graiver y los Gelbard, entre otros. Advertido por Sofovich, me presenté en la asamblea, que se realizó en el viejo Banco Nacional de Desarrollo. Fui acompañado por un abogado estadounidense, Dean Brashich, con la intención de oponernos en nombre de la menor. Queríamos dejar puesta una cuña para que quedara algún testimonio del ilícito que se estaba llevando a cabo: a partir de esa asamblea, Clarín, La Razón y La Nación negociaron su ingreso a Papel Prensa vía la compra de acciones que tenía en su poder la Comisión Nacional de Responsabilidad Patrimonial (Conarepa). Cuando llegamos fuimos al primer piso, donde estaban reunidos, pero un soldado nos negó la entrada. Estaba claro: era un negocio de civiles y militares.

–¿Considera que todo fue por una cuestión de dinero?

–Este caso tenía un matiz de antisemitismo. Jacobo Timerman fue muy torturado por ser judío. Eso lo viví porque estábamos detenidos en el mismo lugar y nos encontrábamos después de las torturas. Creo que en Papel Prensa pesó mucho el antisemitismo. Casualmente, todos los perseguidos económicos eran judíos: los Gelbard, los Graiver...

–¿Y quiénes estaban en esa asamblea?

–Los militares y los representantes de los tres medios gráficos. No los vi porque no me dejaron entrar. Pero se sabía que estaban Héctor Magnetto por Clarín, Saguier o Bartolomé Mitre por La Nación, y por La Razón, Lauro Laiño.

–¿Allí comienza el traspaso de las acciones a los tres medios gráficos?

–Sí. Compraron las acciones ahí. Y no sé cómo siguió la historia. Es muy difícil saber cómo movieron el paquete accionario.

–Usted sostiene que el secuestro de los Graiver fue vital para gestar la transacción.

–En el caso Graiver, lo que importaba era el muerto. Los militares se quedaron con la familia por los bienes y el manejo de muchas empresas. Entre ellas Canal 2, donde David Graiver también tenía acciones.

–¿Qué opinó la familia en ese momento?

–La estrategia la conversé con ellos. Los visité cada vez que estuve en Buenos Aires. Ellos lo vieron como lo vimos todos: hasta que no cambiara el régimen, el tema era irreversible. Esta nueva ley es fundamental. Yo no soy oficialista y critiqué al Gobierno cuando prorrogó por diez años las licencias a estos grupos y pactó con Daniel Hadad. Pero si sale esta ley, Kirchner justifica su paso por la política y por la vida. Esta ley no la sacó nadie.

–Usted fue secretario de Prensa de Isabel Perón. Convengamos que en aquella época no había mucha libertad de expresión.

–Estábamos ante un golpe. Mire lo que vino después. Esas cosas hay que verlas en el momento. Yo clausuré La Opinión. La verdad que no sabía que Graiver estaba al frente. La Opinión era muy favorable a Videla...

–También podemos decir a favor de La Opinión que publicaba los nombres de los desaparecidos, cosa que casi ninguno de los otros medios hacía.

–Sí. Timerman no era ciego.

–¿Qué le dijo Graiver cuando clausuró el diario?

–“Hijo de puta, ¿qué hacés?” Fue en el ’75. Yo no sabía que él era el dueño.

–Es curioso que siendo el esposo de su hermana no lo supiera.

–Siempre se hablaba que le había prestado plata a Timerman, pero de ahí a ser el dueño... Yo le dije: “Dudi, nos estamos jugando cosas muy importantes”.

–¿La familia Graiver pretende volver a Papel Prensa?

–No sé. Creo que el país debe debatir el tema de vuelta. La opinión pública está necesitando que analicemos la actitud de un grupo empresario que se apoderó de un resorte de la libertad de prensa en medio de un genocidio.

http://www.elargentino.com/medios-120-Veintitres.html

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asociada:

Por Daniel Cecchini
¡Quemá esas fotos!
05-09-2009 /

Edición de Clarín del 29 de septiembre de 1978. La directora del diario celebra con Videla, Saint Jean y Harguindeguy.
Sonriente, flanqueada por Felipe y Marcela –los dos niños, hoy jóvenes adultos, que inscribió como sus hijos adoptivos en los años más oscuros de la última dictadura militar–, la directora de Clarín, Ernestina Herrera de Noble, no dudó en darle un fuerte contenido político al breve discurso con que coronó, el 28 de agosto, la celebración de los 64 años del matutino fundado por su marido, Roberto Noble, en 1945.

El tono estuvo en concordancia con la campaña que el multimedios más poderoso de la Argentina lleva adelante contra el tratamiento de una nueva ley de Servicios Audiovisuales que termine con la legislación vigente en la materia, diseñada por la dictadura y modificada a favor de los grupos económicos más concentrados durante los últimos 25 años. “Clarín cumple 64 años de periodismo, al servicio del desarrollo del país. Hemos construido nuestra fuerza en la fidelidad a la gente. Y eso muchas veces termina molestando al poder de turno. Hoy sufrimos nuevos embates por defender nuestra integridad periodística. Ataques disfrazados con argumentos falsos y contradictorios. Campañas de una virulencia inusitada, originadas en zonas oscuras del poder. A las que incluso se prestan algunos que creen lucrar con eso. No es la primera vez, ni será la última. Ningún ‘apriete' torcerá nuestro compromiso con la sociedad. Nuestra misión y principios están expresados públicamente. Se reflejan todos los días en nuestros medios. A ellos nos atenemos”, dijo la viuda de Noble, y volvió a sonreír cuando escuchó los previsibles aplausos.

Espejito, espejito. Conviene entonces detenerse en la “integridad periodística” que los medios del Grupo y su diario de bandera “reflejan todos los días”, en defensa de la cual hoy califican de “ley mordaza”, “ley K de control de medios” o de intento de “chavización” al proyecto que se discute en el Congreso. Fue seguramente en nombre de esa misma integridad que Clarín publicó en su portada del 28 de septiembre de 1978 una foto a tres columnas de Ernestina Herrera de Noble junto al dictador Jorge Rafael Videla para ilustrar el titular más importante del día: “Videla inauguró la planta de Papel Prensa”. La bajada de tapa expresa a las claras la independencia periodística de Clarín en tiempos de dictadura: “El teniente general (RE) Jorge Rafael Videla dejó inaugurada ayer la planta nacional de papel para diarios en una ceremonia efectuada en San Pedro. El Presidente destacó la trascendencia que este hecho tiene para el país y subrayó la necesidad de ejercer la libertad de prensa con responsabilidad. Esta edición de Clarín está impresa en papel elaborado en la flamante fábrica”.

En las páginas interiores, donde se da una amplia cobertura de la noticia, puede verse también a la sonriente directora del diario brindando con el dictador y departiendo amablemente con los genocidas Albano Harguindeguy e Ibérico Saint Jean. La ocasión lo ameritaba: desde enero de 1977, Clarín – junto con La Nación y La Razón – eran accionistas mayoritarios de Papel Prensa S.A., asociados con el Estado en manos de los dictadores. Una sociedad que sería el puntapié inicial del proceso que, con el correr de los años, transformaría a Clarín en el multimedios más concentrado del país.

Por entonces, los desaparecidos en la Argentina se contaban por miles, entre ellos varios periodistas y trabajadores gráficos que habían pasado por Clarín en algún momento de sus carreras, como Francisco Paco Urondo, Carlos Alberto Pérez, Enrique Raab, Luis Rodolfo Guagnini, Conrado Guillermo Ceretti, Daniel Alberto Daroqui, Ernesto Luis Fossati y Jorge Rodolfo Harriague. Durante esos años, el diario donde habían trabajado silenció sus nombres, los desapareció de sus páginas. Otros, como The Buenos Aires Herald o La Prensa, denunciaron sus secuestros y sus muertes, a pesar de la censura y la represión.

La misión y los principios. El 24 de marzo de 1976, la portada de Clarín había informado sobre el avasallamiento de las instituciones republicanas con un titular aséptico: “Nuevo Gobierno”. Tres días más tarde, también en tapa, había transparentado su relación con los dictadores con un suelto que decía: “La rígida censura de prensa impuesta el 24 de marzo duró sólo 36 horas. Desde entonces, el progresivo retorno a la normalidad en todos los órdenes y la fluida comunicación entre el gobierno y los diarios la han reducido al cumplimiento de normas indicativas. Pero la experiencia, plena de matices, bien vale la pena ser contada como otro testimonio del actual proceso”. A buen entendedor, pocas palabras.

Los ejemplos del apoyo editorial al terrorismo de Estado perpetrado por la dictadura se multiplican con sólo mirar cualquier ejemplar de aquellos días. Por ejemplo, en la nota del 21 de agosto de 1976, titulada “El principio del fin”. Allí está escrito: “No hay tercería posible porque, admitido que estamos en guerra, imperan sus leyes. Es la Nación la que está en armas para vencer al enemigo (…) La fuerza, monopolizada por el Estado, y la razón que, legitima la autoridad y le proporciona el consenso, son los atributos fundamentales del gobierno (…) La marcha hacia el monopolio de la fuerza avanza por caminos convergentes. Ha sido un reclamo formulado por distintas voces y que alcanza mayor vigor en boca de la Iglesia. Lo construyen las propias Fuerzas Armadas y sus hombres de gobierno al asociar a los distintos sectores en la lucha permanente contra la subversión”.

Más de una vez, la propia directora estampó su firma en los editoriales, defendiendo a los dictadores aún cuando las violaciones de los derechos humanos y el desastre económico eran ya evidentes: “Las Fuerzas Armadas, que tienen en su haber el triunfo contra la subversión al costo de enormes sacrificios, están en condiciones de realizar esa convocatoria. Se les presenta una alternativa en que la crisis económica puede llegar a minar los logros que han alcanzado en ese terreno y en que superar esa crisis puede dar la consolidación definitiva de la victoria y la realización de los objetivos que se trazaron al asumir el poder…” (29/3/81). E, incluso, después de la derrota en la aventura de Malvinas: “Repensar el país significa, hoy, también repensar a las Fuerzas Armadas. No nos conforma la idea de unas Fuerzas Armadas políticamente rechazadas y refugiadas en la especificidad de sus tareas. En países como la Argentina, cuya cuestión nacional se resume en el imperativo de crecer y desarrollarse, las Fuerzas Armadas son necesarias para sostener esa batalla contra el statu quo aparentemente incruenta, pero en realidad tan ardua como cualquier otra guerra convencional…” (1º/7/82).

Apenas unos ejemplos de la “misión y los principios expresados públicamente” por Clarín a lo largo de su historia. Una historia de “integridad periodística” que, en 1981, hizo que Ernestina Herrera de Noble enviara esta llamativa queja a la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia: “Tengo el deber moral de expresarle mi disidencia con la decisión de esa universidad de entregar este año el premio Moors Cabot al Sr. Jacobo Timerman (ex director de La Opinión, secuestrado, torturado y expulsado del país por la dictadura). Considero que tal distinción puede interpretarse como un aval a la intolerancia ideológica que ha hecho mucho daño a la marcha del proceso democrático en mi país”. Sí, leyó bien: “proceso democrático”… en 1981.

¡Quemá esas fotos, quemá esas notas! Todo sea por el periodismo independiente.

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http://www.elargentino.com/nota-56806-%C2%A1Quema-esas-fotos!.html

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ver:
Una planta arrancada con sangre

“Clarín compró Papel Prensa con la familia Graiver secuestrada”

Osvaldo Papaleo; habla de Papel Prensa - Sep 19


OSVALDO PAPALEO: esta ley es perfectible pero los dueños de la mordaza nacional tiraron sobre la mesa que esta ley es mordaza - Sep 11

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