Medidas fuga capitales
Por Alfredo Zaiat
En el tercer trimestre de 2007 comenzó la crisis de las hipotecas subprime en Estados Unidos. Desde entonces se han registrado acontecimientos de máximo estrés financiero, como la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers, en septiembre de 2008, o el actual, con la Zona Euro caminando por la cornisa en intentos desesperados para organizar el default ordenado de la deuda soberana griega. Ya van entonces cuatro años de una crisis de proporciones, con epicentro en Estados Unidos y Europa. Exagerar ahora las alertas por eventuales impactos negativos en la economía doméstica es desconocer la duración de ese ciclo de turbulencias internacionales y las iniciativas que se han implementado en esos años para amortiguar con éxito sus costos ineludibles. El dato destacable en este período es la creciente asimetría en la evolución de las denominadas economías emergentes, entre ellas la argentina, con el recorrido de las potencias. Precisarla no implica minimizar el escenario de incertidumbre ni las consecuencias del estancamiento de esas economías, que equivalen a casi la mitad del PIB mundial. Significa poner en cierta perspectiva lo que está sucediendo en el reordenamiento de la economía global, con el rasgo distintivo del debilitamiento del dólar como moneda universal, aunque aquí todavía no se ha tomado nota de semejante cambio. Este ciclo adquirió dinamismo desde el inicio del nuevo siglo, que por su permanencia puede considerarse una tendencia de largo plazo. En su primera década, las economías avanzadas crecieron a una tasa del 1,7 por ciento promedio anual, las emergentes lo hicieron al 6,3 por ciento, siendo estas últimas las determinantes para que el producto mundial contabilizara una expansión del 3,7 por ciento. Este resultado, por magnitud y continuidad, refleja transformaciones estructurales en el funcionamiento de la economía internacional. Entenderlo es el primer paso para abordar las dudas que existen sobre el grado de fortaleza de la economía local en un contexto dominado por la incertidumbre.
La experiencia de 2009 es una referencia cercana para evaluar el impacto de la crisis como también las respuestas para enfrentarla. Además de las enseñanzas defensivas que se incorporaron en esa fase recesiva (fortalecimiento del mercado interno, protección del empleo), el actual panorama se presenta en un contexto local diferente. En ese año turbulento, a la caída record del comercio internacional se le sumaron dos factores domésticos relevantes: la fuerte sequía, que afectó el rinde de las cosechas y el stock ganadero, con el conflicto por la resolución 125 de arrastre, y la crisis política por el voto no positivo en el Senado del vicepresidente y el resultado adverso para el oficialismo de las elecciones de medio término en junio de 2009. Ahora no hay sequía y, en sentido inverso, se espera un nivel de producción agropecuaria record; el comercio internacional no muestra señales preocupantes, y, en especial, existe fortaleza política del Gobierno luego de la apertura de las urnas el domingo pasado.
Este escenario diferente obliga a otro análisis para detectar cuáles pueden ser los factores desestabilizadores por la prolongada crisis internacional. El frente que se presenta más vulnerable se encuentra por el lado de la balanza de pagos, siendo el giro de utilidades de empresas extranjeras y la fuga de capitales las variables más sensibles. Si bien el saldo positivo del intercambio comercial se ha reducido un poco, aún se mantiene elevado por favorables precios internacionales de las exportaciones de commodities y un destacado dinamismo de los despachos al exterior de productos industriales. El menor resultado de la balanza comercial responde a razones estructurales, como la insuficiencia en la producción local de bienes intermedios, que obliga a su importación, y la creciente compra de energía (petróleo y gas), ambas situaciones explicadas por el fuerte ritmo de crecimiento del Producto.
Un poco más complejo es el cuadro de la cuenta corriente. En el primer semestre del año exhibió un superávit de 797 millones de dólares. El resultado refleja una reducción del 75 por ciento frente al mismo período del año pasado. La desmejora del frente externo no es de magnitud suficiente para actuar como freno al crecimiento, puesto que el déficit de cuenta corriente se ubica como uno de los más bajos de Latinoamérica, estimado por consultoras privadas en 0,6 por ciento del PBI para este año. Este comportamiento implica que el saldo comercial positivo ya no alcanza para pagar la suma de los intereses de la deuda externa y transferencia de utilidades de multinacionales, por lo que la diferencia se termina saldando con uso de reservas del Banco Central. Pero ese colchón hoy se enfrenta a la exigencia de financiar ese desequilibrio, el pago de la deuda y la salida de capitales. Precisamente, el giro de utilidades y la fuga al dólar son los factores que mueven un poco la estantería en una economía que ha sabido capitalizar la experiencia de 2009, que tiene un mercado interno dinámico y un contexto amigable del comercio internacional, y que trabaja en ampliar los mecanismos de cooperación financiera y productiva en la Unasur.
La profunda extranjerización de la economía se ha convertido en una de las vías de transmisión de la crisis de Estados Unidos y Europa. Las estrategias defensivas de las casas matrices de las multinacionales de esos países se trasladan en gran medida a sus filiales. Una de ellas es la exigencia de un mayor giro de fondos para equilibrar en parte sus quebrantos en el país de origen. Daniel Pingarrón, estratega de la sociedad IG Markets de España, lo explicó, en declaraciones a una agencia de noticias internacional, del siguiente modo: “Telefónica, Santander, BBVA, Repsol han contabilizado entre un 70 y un 75 por ciento de sus ingresos fuera de España. Si tenemos en cuenta que estas cinco empresas suponen más del 50 por ciento de la ponderación del Ibex-35 (principal índice de la Bolsa de Madrid) y que de ese 50 por ciento más de tres cuartos proceden de fuera de España, tenemos una idea de que el Ibex debe mucho de sus puntos a las actividades de las empresas fuera de España y en concreto en Sudamérica”. En los primeros seis meses del año, Latinoamérica aportó el 46 por ciento de los ingresos de Telefónica, que ascendieron a 30.886 millones de euros, de la misma manera que ocurrió con el primer banco español, Santander, que obtuvo un beneficio neto de 3501 millones de euros en el primer semestre, un 44 por ciento del cual procedió de sus actividades en América latina. Lo mismo sucedió con el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA).
Argentina tiene uno de los regímenes más liberales en el tratamiento del capital extranjero. La administración de divisas es clave para la gestión de la economía y el comportamiento de las multinaciones en esa cuestión tiene mucha influencia. La eliminación del privilegio de petroleras y mineras en el manejo de los dólares de exportación, como así también la exigencia a las aseguradoras para la repatriación de inversiones financieras apuntan a mejorar la intervención oficial en un mercado bajo tensión. Desde el 2004, las multinacionales han ido incrementando en forma constante la remisión de utilidades hasta representar en la actualidad el 2 por ciento del PIB (casi 7200 millones de dólares el año pasado), cuando en la década del noventa se ubicaba en el uno por ciento. Ese giro de recursos refleja que esas compañías contabilizan elevadas rentas por su operatoria en el país. El monitoreo de las estrategias de las multinacionales y de su política de remisión de utilidades, además de instrumentar normas de mayor control sobre esos giros, resulta un eslabón clave para seguir avanzando en el diseño de una necesaria y efectiva administración de divisas.
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-180063-2011-10-29.html
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Por Alfredo Zaiat
Puede ser que sea sólo una palabra, sin importancia en el fondo y que lo relevante sea el contenido más que la forma de expresar una gestión de gobierno o un proyecto político. Es una palabra que se ha generalizado en el discurso político desde la irrupción del neoliberalismo y por eso hace ruido en estos momentos de crisis de paradigmas del pensamiento conservador. “Modelo” es el concepto que pretende resumir todo. Es cierto que es una idea abarcadora entendible para todos. Para estar a favor o en contra. Fuerzas de la oposición propusieron cambiar el modelo, con escasa aceptación del electorado de acuerdo con los resultados difundidos anoche, mientras que el oficialismo ofreció a la sociedad su continuidad con mensajes amplios de profundización, consiguiendo un acompañamiento asombroso en las urnas.
El concepto modelo seduce a vertientes dominantes de la formación de economistas. Por eso lo enseñan con características de diversos tipos a lo largo de la carrera, incorporando esa idea del equilibrio general de la economía, cuyo objetivo es alcanzarlo mediante iniciativas precisas e instrumentos determinados, lo que derivaría en un estado de bonanza y estabilidad. En esa instancia no se debería hacer nada para no alterarlo dejando que funcione en un círculo virtuoso. Con reglas ya conocidas, institucionalizadas se propone, la situación se presenta como el estado ideal. El predominio de la economía sobre la política durante décadas ha provocado el traslado de ese concepto idílico al discurso habitual en el espacio público.
Sin embargo, se sabe que la economía es un poco más compleja que un esquema de ecuaciones matemáticas, y que el desequilibrio es el rasgo dominante por la intervención de factores imprevistos como también cuestiones sociales y políticas que no pueden ser encapsuladas en una idea de modelo. No es un esquema que tranquilice los espíritus de quienes se ilusionan con equilibrios inalcanzables, pero así se desarrollan las sociedades. No es con modelos cerrados e inmutables, sino con objetivos de política económica, e instrumentos en función a cumplir esas metas, que va delineando la base para alcanzarlos, como el de sostener un crecimiento a tasas elevadas que permiten generar empleo e inclusión social. El blog Finanzas Públicas lo explica del siguiente modo: “Este Gobierno tiene como objetivos el empleo y el mercado interno, y con eso en foco va generando medidas y reformas de acuerdo con las posibilidades que aparecen en cada escenario o que se va construyendo de acuerdo con la correlación de fuerzas”.
No se trata entonces de un “modelo”, como les gusta definir a economistas del establishment, sino que el objetivo del kirchnerismo ha sido marcar y consolidar un proyecto político diseñando una “estrategia” para transitarlo. Plantearlo no significa un compendio preestablecido para aplicar por quienes dirigen la política y la economía, ni un plan de mediano plazo y menos aún un catálogo de medidas inmediatas. Es la proyección de un rumbo para el país, donde se identifican los principales problemas sociales de cada momento histórico, así como las diferentes posibilidades económicas para superarlos de acuerdo con valores y prioridades que se instrumentan a través de líneas de acción política. Así pensado, el kirchnerismo no es un modelo, como pretende encerrarlo en forma mezquina el saber convencional, como tampoco lo fue en su momento cuando se desplegó el Estado de Bienestar, el peronismo o el desarrollismo. Definir al kirchnerismo simplemente como un modelo sería acotarlo frente a la riqueza de matices, complejidades y fortalezas de un rumbo político que ya acumula ocho años y medio y va para cuatro más luego de haber tenido ayer un extraordinario apoyo popular en las urnas.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-179622-2011-10-24.html
Por Tomás Lukin
Las mineras y petroleras deberán liquidar la totalidad de las divisas que generen sus exportaciones en el mercado cambiario local. La decisión extiende a esos sectores el mismo tratamiento al que está sujeto el resto de las actividades productivas, incluido el complejo agroexportador. Desde el equipo económico señalaron a Página/12 que la medida provocará el ingreso al mercado de una cifra cercana a los 3000 millones de dólares adicionales por año. En el Banco Central consideran que contribuye a descomprimir las tensiones en el mercado cambiario en el actual escenario de fuga de capitales y facilitará la acumulación de reservas. Distintos especialistas consultados por este diario destacaron que el mecanismo permitirá mejorar la escasa fiscalización sobre las exportaciones de las industrias extractivas. Los directivos de la autoridad monetaria reglamentarán hoy el funcionamiento de la operatoria y así entrará en vigencia. En el Gobierno analizan nuevas medidas orientadas a garantizar la provisión de divisas en la plaza cambiaria vinculadas con la remisión de utilidades al exterior y el sector seguros (ver aparte).
El decreto 1722/11 publicado ayer en el Boletín Oficial restablece la obligatoriedad de ingresar y negociar en el mercado local los dólares provenientes de las ventas externas de petróleo crudo, sus derivados, gas y de las exportaciones mineras como oro, plata y cobre. La medida fue definida en las últimas tres semanas entre la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el ministro de Economía, Amado Boudou, y la titular del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont. La nueva disposición no implica ninguna limitación a las operaciones con divisas de esas compañías y tampoco modifica los esquemas privilegiados de retenciones y regalías que rigen en ambos sectores. A partir de mañana, esas empresas deberán vender las divisas provenientes de las exportaciones en el mercado único de cambios y podrán hacer frente a sus obligaciones con el exterior en la plaza financiera, en el marco de la normativa vigente. Esa legislación habilita la compra máxima de dos millones de dólares mensuales.
En 1989, como parte del proceso de desregulación y privatización de la actividad petrolera, el gobierno de Carlos Menem estableció que las empresas del sector podían disponer libremente de hasta el 70 por ciento del valor de sus exportaciones. Así, cuando las nuevas empresas multinacionales que desembarcaron en los distintos eslabones de la actividad vendían al exterior por 100 dólares, sólo debían liquidar en el mercado único de cambios 30 dólares. El resto no necesitaba atravesar la plaza financiera local y podía ir a parar directamente a las cuentas de las casas matrices en los distintos paraísos fiscales. El tratamiento diferencial para las mineras se dispuso en 2004, durante el mandato de Néstor Kirchner. La medida alcanzaba al ciento por ciento de sus ventas externas. Ambos marcos normativos privilegiados fueron eliminados ayer y volvió a estar vigente la obligatoriedad de liquidar la totalidad de las divisas en el mercado de cambios dispuesta en 1964.
“Las empresas ingresan fondos al país por montos a menudo superiores a los exigidos en la normativa. El decreto implica restablecer las mismas reglas para todos los sectores exportadores para el ingreso de divisas. La medida otorga un trato más igualitario respecto de las demás actividades productivas y una mayor consistencia a la normativa cambiaria vigente”, explicaron a Página/12 desde el Ministerio de Economía. Por su parte, ambos sectores empresarios se mostraron sorprendidos por la medida, pero consideraron que se trata de una “decisión lógica”, en sintonía con la legislación vigente en el resto de las economías donde realizan actividades extractivas (ver aparte).
Un informe de coyuntura publicado en agosto por la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE) señala que en el período 2003-2010 la brecha entre las exportaciones petroleras liquidadas en el mercado único de cambios y los embarques registrados asciende hasta los 17.034 millones de dólares. Asimismo, la diferencia en la actividad minera para el mismo período alcanzó los 10.093 millones de dólares. “Son recursos que se han invertido en otros puntos del planeta, no en Argentina”, advierte el informe de FIDE. Según precisaron desde el equipo económico, el año pasado los beneficios cambiarios permitieron a los dos sectores no ingresar al país 2640 millones de dólares.
En la conducción del Banco Central consideran que la medida permitirá aplacar las presiones devaluatorias en el mercado cambiario y reducir el insumo de reservas internacionales al garantizar una mayor disponibilidad de divisas. Entre los analistas de la city advertían ayer que “si bien la medida es relevante, la liquidación mensual adicional por las actividades mineras y petroleras no alcanzará los 300 millones de dólares. El miércoles el BCRA vendió alrededor de 180 millones de dólares para preservar la cotización del dólar”. No obstante, en el equipo económico enfatizan que el restablecimiento de la obligatoriedad para la liquidación del ciento por ciento de las exportaciones forma parte de un conjunto de medidas que se están terminando de definir y serán publicadas los próximos días.
“La medida es un primer paso para lograr una mayor fiscalización en sectores altamente desregulados y que gozan de un tratamiento fiscal privilegiado que no existe en ningún país del mundo. Hoy el Estado no conoce con precisión cuánto se llevan y cuánto liquidan en el exterior y esa información depende de declaraciones que hacen las empresas”, explicó a este diario el especialista del Cemop, Nicolás Gutman. El economista recordó que el sector minero paga retenciones entre el 5 y 10 por ciento y regalías en las distintas provincias. Según establece el Código Minero, esas regalías tienen un techo del 3 por ciento del valor de los minerales en la boca de las minas, a una cifra significativamente inferior a la cotización de esos productos en el mercado internacional.
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-179879-2011-10-27.html
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Quienes compren más de 250 mil dólares al año en la plaza cambiaria deberán demostrar no sólo capacidad económica, sino además cómo lograron el efectivo. Los residentes que vendan sus activos a extranjeros deberán liquidar las divisas en el país.
Por Tomás Lukin
El Banco Central introdujo una nueva normativa para regular las operaciones especulativas en el mercado cambiario. Las personas o empresas que compren más de 250 mil dólares al año deberán demostrar que los fondos aplicados a esa transacción estén justificados fiscal y patrimonialmente. La medida apunta a dificultar el financiamiento de la fuga de capitales a través de la operatoria denominada “contado con liquidación”, la compra con pesos de activos en el mercado local que cotizan en el exterior para luego venderlos en esas plazas y recibir los dólares. En el equipo económico estiman que el efecto de la medida asciende hasta un máximo de 300 millones de dólares mensuales que dejarán de fugarse. Adicionalmente, la entidad que encabeza Mercedes Marcó del Pont dispuso que las divisas originadas por la venta a extranjeros de empresas y otros activos que son propiedad de argentinos residentes deben liquidarse en el mercado local. Se trata del mismo tratamiento al que están sujetas las actividades productivas y que desde ayer también alcanza a las mineras y petroleras.
La última semana el Gobierno desplegó distintos instrumentos para garantizar la oferta de divisas, limitar la fuga de capitales y desincentivar las operaciones especulativas en el mercado cambiario. Esas herramientas van desde el despliegue de inspectores para detectar coleros hasta la decisión de que las aseguradoras traigan de regreso al país inversiones en el exterior por 1700 millones de dólares. La cotización del dólar se mantiene estable en 4,26 pesos, el mismo precio que exhibió todo el mes de octubre, pero el Banco Central debe intervenir activamente para satisfacer la demanda de divisas. Ayer la entidad vendió 170 millones de dólares y suma más de 1500 millones de dólares en el mes. El stock de reservas internacionales terminó en 47.622 millones de dólares. Por su parte, la fuga de capitales supera los 18.000 millones de dólares.
Una de las medidas definidas ayer contempla la profundización de las regulaciones existentes para aquellas personas o empresas que compren más de 250 mil dólares por año sin destino específico. Hasta ayer esas personas tenían que responder requerimientos adicionales, pero éstos se limitaban a establecer la compatibilidad de la adquisición de moneda extranjera con sus declaraciones de bienes personales. Así, la posesión de un departamento valuado en 500 mil dólares era evidencia suficiente para comprar más de 250 mil dólares en el año. Con la nueva normativa los individuos deberán demostrar que cuentan con los fondos específicos líquidos para destinar a la compra de las divisas.
“Estas medidas permitirán aumentar la transparencia de las operaciones del mercado de cambios y mejorar los controles para evitar el uso de fondos no justificados desde el punto de vista fiscal y de la prevención de lavado de dinero”, explicó ayer Marcó del Pont. Los requisitos que establece la nueva norma apuntan a garantizar el origen genuino de las operaciones cambiarias y limitar las maniobras relacionadas con recursos provenientes de actividades informales, no declaradas. La medida está orientada fundamentalmente a limitar la operatoria del llamado “contado con liquidación”.
A través de ese mecanismo, quien pretende sacar fondos al exterior eludiendo el mercado cambiario simula realizar una inversión en un título público. Compra ese papel denominado en dólares en el país usando pesos y lo vende en el exterior a cambio de moneda extranjera. La operación es fondeada por especuladores que acceden formalmente al mercado de divisas local, transfieren esos recursos al exterior y con esos fondos compran los títulos a quien buscaba fugar las divisas. La operatoria continúa cuando ese especulador vende esos bonos en el país –el precio en el exterior es más bajo que en el mercado local– y se hace de los pesos para volver a concurrir al mercado de divisas y reiniciar la secuencia.
“Una prestanombre que contaba inicialmente con 100 mil dólares podía repetir esa operación 20 veces al mes hasta comprar el límite de 2 millones de dólares mensuales y así financiar la fuga de capitales. Ahora va a tener que demostrar que tiene cada mes el flujo líquido necesario para comprar los 2 millones de dólares”, explicaron a Página/12 desde la autoridad monetaria. Los nuevos requerimientos no apuntan a limitar la venta de títulos públicos en los mercados externos, sino que se financien esas operaciones con dólares provenientes de la plaza local. Estimaciones preliminares realizadas por el equipo económico determinaron que la medida limitará la fuga de hasta 300 millones de dólares mensuales.
El segundo instrumento establece la obligación de ingresar al mercado de divisas local los dólares provenientes de la venta de empresas y otros activos como inmuebles. Es la misma obligación que el martes fue aplicada sobre los sectores mineros y petroleros y que poseen el resto de las actividades productivas. La disposición no implica ninguna limitación a las operaciones con moneda extranjera de esos individuos. Si, por ejemplo, durante la venta del Banco Patagonia al Banco Itaú de Brasil el instrumento hubiera estado vigente, el ingreso que genera esa operación a los dueños argentinos debe ser liquidado en el mercado local y no depositado directamente en una cuenta bancaria en el exterior. Si desean atesorar los dólares, los individuos podrán adquirir los fondos en la plaza cambiaria.
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-179955-2011-10-28.html
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Producción: Tomás Lukin
Coordinación regional
Por Agustín D’Attellis *
El creciente proceso de globalización económica y financiera genera la necesidad de controlar los flujos internacionales de capitales, debido a la fuerte volatilidad y al impacto sobre la economía real que generan sus movimientos. La excesiva volatilidad de los flujos de capitales, sumado a la innovación –tanto financiera como en comunicación– y a la desregulación, generan potenciales impactos desde los movimientos de estos capitales hacia las economías reales, principalmente en el caso de economías pequeñas.
La etapa de turbulencia financiera internacional que se inició con la crisis ha generado un creciente reconocimiento en cuanto a la necesidad de introducir profundas reformas en la Arquitectura Financiera Internacional (AFI), poniendo énfasis en los aspectos regulatorios, con el fin de reducir la probabilidad de ocurrencia de crisis financieras, así como de mejorar su gerenciamiento cuando éstas se desencadenan. Una característica que explica la deficiencia de las regulaciones es la presencia de una enorme discrepancia entre la sofisticación y el dinamismo alcanzado por los mercados financieros internacionales y las anticuadas y estáticas instituciones existentes para su regulación.
Durante estos últimos años el mundo desarrollado se caracterizó por presentar tasas de interés muy bajas (cercanas a cero) y una constante generación de liquidez, a partir de la necesidad de enfrentar el sesgo recesivo que introdujo la aparición de la crisis financiera. Esta situación generó un persistente ingreso de capitales hacia las economías emergentes, a partir de la búsqueda de rentabilidad, dado el diferencial de intereses y el potencial de estas economías. Este flujo de ingreso de capitales se registra en gran medida por inversiones de cartera, volátiles y cortoplacistas. Durante el año 2010 se registró un flujo neto de capitales privados a la región latinoamericana por 3,6 por ciento del PIB, donde más del 50 por ciento tuvo como destino los mercados de bonos y acciones. En los últimos días preocupa una pequeña reversión en estos flujos, como consecuencia del incremento del riesgo en los mercados de los países desarrollados. La posibilidad de una profundización de la crisis, actualmente en Europa, podría generar la aparición de un proceso de aversión al riesgo y, consecuentemente, una salida de capitales en mayor escala.
Una de las principales características de los movimientos de capitales es su comportamiento procíclico. Esto hace necesaria su fuerte regulación. Existe una amplia gama de posibilidades a la hora de implementar controles a los movimientos de capitales. Estos controles pueden ser selectivos, a la entrada o a la salida, temporarios o permanentes, universales o específicos. Cada una de estas variantes implica diferencias de implementación y apunta a controlar diferentes operaciones.
En la Argentina, durante los últimos años se llevaron adelante medidas de control al ingreso de capitales especulativos. En el caso argentino, esto se realiza a partir del requerimiento de inmovilización de un 30 por ciento del capital invertido durante un año en una cuenta del Banco Central. Algunos otros países de la región, como por ejemplo Brasil, llevan adelante procesos de control similares al argentino. Sin embargo, resulta fundamental coordinar medidas de control a los movimientos de capitales especulativos en el ámbito regional. En este sentido, surge como auspiciosa la iniciativa del Consejo de Economía y Finanzas de Unasur que ha decidido avanzar en el diseño de medidas conjuntas de control a los flujos de capitales, desde el punto de vista macroprudencial. En conjunto, con el diseño de medidas que apunten al control de los flujos de capitales se plantea llevar adelante también políticas que se complementan en el sentido de proteger a la región de estos movimientos. Se destacan la iniciativa de constitución de un fondo regional de reservas, el diseño de mecanismos de swaps entre Bancos Centrales y la coordinación macroeconómica junto con la implementación de medidas macroprudenciales.
Frente a las deficiencias que presenta la AFI en materia de regulación y control a los flujos de capitales, surge como potencial la creación de una Arquitectura Financiera Regional, en la que puedan coordinarse medidas concretas a los controles de capitales, con el objetivo de evitar shocks externos por esta vía y reducir sustancialmente el efecto contagio que se desata cuando estos shocks afectan a una economía en particular.
* Economista de La Gran Makro.
Por Emiliano Libman *
Intentaremos entender la fuga de capitales a partir de un sencillo problema de contabilidad, disciplina que la macroeconomía tiene entre sus pilares. Supongamos que ganó 100 pesos por mes y gastó 50 en bienes; forzosamente los 50 restantes se consideran “ahorro”. Si en cambio soy dueño de una empresa, y consideramos a esos 100 pesos como ingresos de la misma, podría descontar además 20 pesos empleados para comprar maquinaria y con los que mantengo a flote mi negocio. De todas maneras me sobran 30, que necesariamente estaré ahorrando. Para esto tengo opciones, pero indefectiblemente tengo que adquirir un activo financiero emitido por alguien más.
Del anterior ejemplo se desprende que mi ingreso es igual a la suma de mis gastos (corrientes y de capital) y de mi ahorro. Por otra parte, una cosa es la magnitud del ahorro y otra muy diferente es cómo ahorro (¿armo un plazo fijo?, ¿guardo la plata abajo del colchón?). Cuando en lugar de un individuo analizamos una economía, la que mantiene relaciones con el exterior se la suele dividir en tres sectores: público, privado y externo. Si la economía nacional (sector privado y público) gasta menos que su ingreso, al igual que en nuestro ejemplo individual, la diferencia necesariamente se ahorra; en este caso contra el resto del mundo.
El ejemplo anterior fue el caso de la economía argentina durante los últimos años: superávit por cuenta corriente y fiscal que no son otra cosa que un Estado y un sector privado que gastan menos que sus ingresos; el resto del mundo nos paga con dólares, los cuales se usan para pagar deudas, quedan en las arcas de nuestro Banco Central o conforman la “fuga de capitales”.
En el caso argentino, el Estado utilizó este ahorro para cancelar parte de su deuda externa y conformar un buen colchón de reservas internacionales. ¿Qué podemos decir del sector privado? Este sector hace unos tres años que viene conformando activos en moneda extranjera. En una economía en donde existen instrumentos financieros en moneda nacional que ofrecen un retorno razonable a los inversores privados (dadas las condiciones económicas internas y externas), éstos suelen ahorrar en activos locales; los dólares del sector privado pasan entonces a manos del Banco Central. De esta manera, si en el actual contexto hablamos de “frenar la fuga”, implica lograr que quienes hoy compran dólares o poseen dólares se conformen con invertir en pesos, engrosando el stock de reservas en manos del Banco Central. Esto se puede lograr elevando el atractivo de los activos locales (devaluando o subiendo tasas) o castigando el retorno de los activos externos (imponiendo controles e impuestos a la compra de moneda extranjera, por ejemplo).
Hay que destacar que la fuga tiene implicancias diferentes según cómo se financie. Se advierte que la fuga actual es un peligro mucho menor que durante los años anteriores de historia económica de nuestro país, donde los dólares que salían no ingresaban en concepto de ingresos no gastados por nuestro Estado o por el sector privado nacional, sino que eran la contrapartida de una Argentina que se endeudaba cada vez más y en moneda extranjera contra acreedores externos (puesto que el gasto nacional era superior al ingreso nacional). En presencia de déficit por cuenta corriente, y ante un escenario externo crítico, la fuga de capitales era un fenómeno implacable que provocaba destrozos a la economía nacional, la que no podía operar normalmente si los inversores internacionales dejaban de prestarnos.
La salida de capitales a partir del lockout agrario de marzo de 2008 es, pues, un fenómeno diferente al anterior, porque convive con el superávit de cuenta corriente. En el actual contexto, los privados pueden seguir ahorrando en dólares sin que esto ocasione situaciones críticas como en el pasado. La salida de capitales no es necesariamente un obstáculo, aunque es probable que las reservas escaseen de cara al futuro y algún día lamentemos los dólares que hoy se pierden. Aunque la fuga “modelo” 2008-2010 no ha implicado aún restricciones relevantes, se plantea un importante interrogante de cara al futuro. Al actual ritmo de crecimiento y de apreciación del peso (en términos reales), el stock de reservas internacional comenzará a disminuir, situación que se complica dada la depreciación del real. De no recomponerse la oferta de divisas, tomar deuda resultará indispensable para mantener a la economía funcionando a un alto ritmo. Aquí es donde la fuga puede representar un peligro: en la medida en que no haya mercados financieros que operen en pesos, la nueva deuda estará denominada en moneda extranjera, conllevando pérdida de autonomía y mayores grados de fragilidad.
* Economista, UBA.
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-178558-2011-10-10.html